Los políticos sí irán de veraneo
La resaca electoral es cada vez más agresiva en los dos partidos mayoritarios. El poder y la Moncloa son los objetivos. ¿Elecciones anticipadas? La grave situación económica y política que vivimos no puede seguir por más tiempo así. Todo está patas arriba en Celtiberia, cada vez más hundida en la crisis. El Gobierno, a la deriva desnortado, con una reforma laboral impopular, después del desacuerdo de empresarios y sindicatos, igualmente desnortados. Todo se nos viene encima, como la cabronada esa de nuestros pepinos y la bacteria de la E-coli, que nos ha endilgado la señora Merkel. Deudas y pufos por toda partes. No hay ni una sola perra. Todo se ha dilapidado. Gobiernos y ayuntamientos que cambian de color y dirigentes con agujeros negros y deudas millonarias. Relevos enconados, vergonzosos, con destrucción de papeles y documentos comprometedores, según dicen unos y otros. Y un Gobierno que está en el alero –¿Rubalcaba, Zapatero?– y la eufórica oposición empujándole hacia el despeñadero.
Y la sociedad civil, indignada, en la calle, plantando cara a una clase política –excelencias, señorías, ediles y demás tropa– sobre la que recae la mayor responsabilidad del hundimiento de este pueblo, que pide cambio, una verdadera democracia y trabajo para su marginada juventud, que lidera en la calle hoy tan justas reivindicaciones. Lo lamentable del caso es que este pacífico movimiento social está siendo aprovechado por esos pescadores de río revuelto, astutos y oportunistas, que saben moverse por sus turbias aguas. Nada, que en Celtiberia todo termina politizado.
Negro verano se nos presenta, que para los políticos será de vacación –los pobres han sudado mucho el riñón–, cuchipandas y buena vidorra. Como el Rey, que, como siempre, se irá a su feudo mallorquín a dar vela a su velero.
Y el pueblo, mientras tanto, hundido por la crisis, el paro y el desempleo. ¡Qué desastre! El futuro no puede ser más negro. Nada, que de seguir las cosas así, de Celtiberia no van a quedar ni los cimientos. No es catastrofismo. Esto lo ve el más lerdo.
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