Oviedo y el ruido
Éste es un tema recurrente en este municipio. ¿Hasta cuánto y hasta cuándo podemos soportar los vecinos las fiestas en la calle que alteran nuestra vida diurna y, sobre todo, nocturna?
Soy vecina de Los Prados y por segundo año consecutivo la Asociación de Hostelería y el Ayuntamiento han instalado sus barracas y sus orquestas debajo de nuestras casas durante «¡doce días!» impidiendo el trabajo, el estudio y hasta el sueño. El pasado San Mateo otros catorce días de música continua. En julio vuelven a tomar el aparcamiento por otros cinco días, que sumados a la repercusión de las de otros barrios (Tenderina y Ventanielles) nos da un saldo de más de un mes al año en que nuestras casas se vuelven un lugar no apto para vivir.
¿Y qué hacemos? Las ordenanzas municipales establecen claramente el límite de emisión de ruido tolerado, si bien excepcionalmente pueden autorizar que se supere. Un mes al año no es una excepción, es un atentado ilegítimo y quizá consentido a nuestro derecho a la salud y al descanso.
El pasado 27 de mayo este periódico publicaba, en palabras del señor Caunedo y del presidente de la Asociación de Hostelería, sus planes en cuanto al horario y a la convivencia con los vecinos; declaraciones totalmente mendaces: el viernes 3 la música duró hasta las tres de la madrugada (y era día laborable), la noche del 13 al 14 hasta las cuatro (a las 03.20 de la madrugada la Policía Local se negó a recibir mi denuncia remitiéndome a una queja por escrito al Ayuntamiento). Tengo una medición del día 12 superando los límites permitidos, espero que el expediente sancionador no se archive. Me consta que hay vecinos enfermos, otros están preparando los exámenes de junio y lo están pasando francamente mal, y ¿en beneficio de quién? De una asociación privada a la que se cede suelo público y el derecho de los ciudadanos a ser protegidos de la contaminación acústica, pero cuyos rendimientos económicos no revertirán a los que nos vemos expropiados del uso de nuestros derechos, sino a sus privados bolsillos.
Primero fueron los vecinos del Antiguo, luego la Losa, La Corredoria, el Cristo, ahora nosotros; hemos de romper con este peloteo entre barrios a ver quién tolera más. Independientemente de las medidas particulares que adoptemos, ya es hora que trabajemos todos juntos: queremos una ciudad de excelencia, de máxima calidad ambiental en el suelo que pisamos, el aire que respiramos y el sonido que escuchamos, para todos los vecinos y todos los barrios.
¿Fiesta? Sí ¿Música? Por supuesto, pero donde no se imponga ni se torture al que legítimamente opta por estar en su casa leyendo un libro, escuchando un disco, escribiendo esta carta o quizá despidiendo sus últimos días en este mundo.
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