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Carta abierta a la dirección federal de Izquierda Unida

25 de Junio del 2011 - Luciano Hevia Noriega (Barcelona)

Asisto con bastante malestar, no exento de cierta estupefacción, a la advertencia de toma de posibles medidas punitivas por parte de la dirección federal de IU a nuestra organización en Extremadura, culpable únicamente, a mi modo de ver, de decidir de manera impoluta y totalmente democrática la orientación a seguir en la sesión de investidura de la presidencia regional, optando por una abstención que permitirá gobernar a la candidatura más votada, el PP.

Este malestar no es nuevo en mi caso, sobre todo en aquello concerniente a acuerdos o desacuerdos poselectorales, ya que no alcanzo a entender en base a que extrañas razones IU tiene que extender un cheque en blanco al PSOE en todos aquellos lugares donde nuestros votos sumados a los suyos arrojen un balance superior al del PP, a fin de que los dilapiden ejerciendo políticas regresivas que lesionan los intereses de los estratos menos privilegiados de la sociedad, que son a quienes nos debemos políticamente.

El caso de Extremadura es especialmente significativo, por tratarse de una región gobernada desde la reinstauración de la democracia por un PSOE acostumbrado a hacer y deshacer a su antojo, como si de su cortijo particular se tratara, despreciando todo lo existente a su izquierda (donde no era difícil situarse, a tenor de las políticas clientelistas y caciquiles ejercidas durante casi 30 años). Como corolario de estas actitudes sirva el ejemplo del estatus alcanzado por el inefable ex presidente Rodríguez Ibarra, acreedor de canonjías más propias de un sátrapa oriental que de un dirigente democrático.

En mi opinión, el problema estriba en el divorcio existente entre la militancia de a pie, esa infantería que paga cuotas y pega carteles, por decirlo en palabras del compañero extremeño Escobar, y una dirección que se arroga atribuciones que no les corresponden (o, al menos, no les corresponden de no mediar delegación por parte de las bases o consulta a las mismas), como son, por ejemplo, anunciar a bombo y platillo acuerdos poselectorales globales, sin tomar en consideración toda una larga panoplia de casuísticas locales y regionales.

Se ponga como se ponga la dirección nacional, es muy distinto desalojar del poder con acuerdos con otras formaciones (ojalá se pudiera) al PP en Valencia, Madrid o Murcia, feudos de la derecha desde tiempos inmemoriales, que perpetuar en el sillón a un PSOE andaluz o extremeño (o incluso asturiano) que ya han dado sobradas muestras de su escasa querencia por las políticas de izquierdas. Si en los primeros casos estamos hablando de regeneración democrática, en los segundos estaríamos hablando de irresponsabilidad manifiesta.

Comprometer la legítima autonomía de nuestras organizaciones locales y autonómicas por un intercambio de cromos global es un ejercicio de aventurerismo político que no nos podemos permitir bajo ningún concepto, pero menos aún por migajas en forma de cargos o apriorismos ideológicos. Ya puestos, propongo un acuerdo mucho más ambicioso, basado en que IU no dará ni la más ignota o minúscula alcaldía al PSOE en cualquier territorio nacional de no comprometerse estos a una modificación inmediata de la Ley Electoral para hacerla proporcional. Pero para estas reivindicaciones de envergadura no parecemos tener arrestos suficientes.

Es verdad que mucha gente, sobre todo aquella que nunca nos ha votado ni tiene intención de hacerlo, nos criticará con la sempiterna cantinela del habéis dejado entrar a la derecha. Ante tales afirmaciones solo cabe pedagogía, pedagogía y más pedagogía: No, no hemos dejado pasar a la derecha, la derecha ya está instalada en el gobierno desde hace muchos años. Una derecha que se opone a la dación en pago como liquidación de la hipoteca, anteponiendo los intereses de los bancos a los de las víctimas de la crisis; una derecha que se niega a establecer una fiscalidad progresiva según la cual pague más quien más tenga; una derecha que se ha opuesto furibundamente hasta donde ha podido a que en mi pueblo, Arriondas, el Hospital Comarcal se integre en la red sanitaria pública; una derecha que en tiempos de hipotética bonanza (para algunos) repartía alegremente 400 euros de manera arbitraria, sin considerar quien los podía necesitar y quien no; etcétera... Es decir, la derecha factual representada por el PSOE.

Insisto, pedagogía y memoria. Memoria para recordar como en 1993 González, ante la tesitura de gobernar con IU o con CIU, escogió como socios a esa izquierda tan solidaria que representa el nacionalismo catalán. No hace falta siquiera memoria ni alejarse mucho, basta simplemente con visualizar esa particular reedición del Abrazo de Vergara entre Lastra y Goñi, no sabemos si a fin de evitar, paliar o entorpecer posibles investigaciones de casos de corrupción muy en boga actualmente. ¡Toma pinza!

La dirección federal de IU debería hacer honor a ese supuesto federalismo y no pretender imponer directrices y recetas que, siendo válidas en unos casos, no lo son en todos, menos aún si no cuentan con el beneplácito de la militancia. Allá donde otros se llenan la boca con primarias, IU de Extremadura ha dado una lección de democracia interna, dejando que hablen las bases y no las élites.

Somos muchos en IU los que aspiramos a tener una amplia base social que nos permita incidir de verdad en las políticas a desarrollar a nivel local, regional y nacional, pero, incluso por encima de eso, aspiramos a tener un discurso y unos principios firmes y coherentes en lo sustancial y flexibles en lo accesorio, aunque ello nos suponga coyunturalmente la pérdida de unos pocos (o muchos) votos, en su mayoría prestados y que suelen volver a su matriz en cuanto el viento cambia un poco. Es preferible honra sin barcos (cargos) que barcos sin honra.

Las organizaciones políticas en general, y las de izquierdas muy en particular, están (estamos) en el punto de mira de la movilización ciudadana más esperanzadora que han conocido los tiempos recientes, pero demostramos no entender nada y seguimos actuando en base a caducos eslóganes y desfasados clichés, sin comprender que la sociedad demanda una nueva forma de entender la política más horizontal y donde se superen los nominalismos para adentrarnos más profundamente en el radicalismo en su sentido etimológico, es decir, en ir a la raíz de los problemas. Eso, indudablemente, se puede hacer desde la izquierda, de lo que no estoy muy seguro es que se pueda hacer con el PSOE.

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