Paladín del deporte modesto
Para don Ricardo Hinojal Sanz:
Amigo Ricardo, quien tiene la suerte de poder llamarte amigo hoy está envidiando a los niños que gozan de la paz de un cielo en el que tú creías y que ven llegar a alguien que los ama más que a su vida.
Tus detractores, como en todos los pueblos, no entienden que nadie sea tan altruista; se han dado cuenta cuando vieron a sus hijos y nietos despedirte con lágrimas de dolor por la muerte de un amigo de ochenta años.
El fútbol base de Figaredo está de luto, contigo aprendieron a disfrutar del triunfo y a reconocer la superioridad del adversario cuando perdían. Contigo en la academia salían hombres, deportistas y educados: generaciones pasaron por tus manos y hoy se unen en el dolor de tu pérdida. El deporte pierde un paladín, el cielo gana una gran persona.
La amistad que genera el deporte modesto, olvidado de los medios, salvo por Pañeda y Pepete, que siempre encuentran un sitio para colar las noticias del vivir de unos niños que aspiran a ser el Maradona de su pueblo.
Nos conocimos cuando fundé la agrupación mierense por los años sesenta, y en el 79, cuando tu equipo llegó a La Camocha, el día de mi santo, para enfrentarse a mi Juventud de Vega, aquel día mis chavales pasaron hambre porque la deliciosa paella que Celso preparó en el bar Cristal la ponías al lado de tus pequeños, y los míos miraban.
Aquellos tiempos en que la amistad entre clubes era patrimonio de Alfonsín con la Juventud Asturiana de «Mister Busby», del «Tarta» con Los Arcos, de Oliver con el Grujoan y yo con la Agrupación Mierense, ¡¡¡qué tiempos más felices!!!
Fuimos abandonando, pero tú seguiste con los «guajes» hasta que Dios te llamó a su lado.
Ricardo, amigo, me uno al dolor de tus hermanos, cuñados y familia, y pese a no saber rezar, pido al Señor que premie el trabajo que hiciste en la tierra para que los jóvenes supieran de su existencia.
Hasta siempre, Ricardo.
Repito con orgullo, tu amigo Héctor.
Antonio Héctor Menéndez Pérez
Matanza de la Sequeda (León)
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