Los pactos del resentimiento y de la frustración
Una de las muestras más claras de que nuestra democracia funciona son los pactos poselectorales entre las distintas fuerzas políticas que concurren a las elecciones para facilitar la gobernabilidad de las instituciones pensando, en teoría, en el bien de los ciudadanos y evitando así el bipartidismo. Digo en teoría porque en la práctica no siempre ocurre así, como hemos podido comprobar a lo largo de estos días, tanto en ayuntamientos, véase el caso de Cangas del Narcea, como en la propia Junta General del Principado. Resulta cuando menos chocante que los dos grandes partidos antagónicos, PP y PSOE, que continuamente se están restregando por los morros recíprocamente su indolencia y su ineptitud tanto a nivel autonómico como nacional, establezcan pactos que en lugar de pensar en el bien de los ciudadanos son simplemente el reflejo del resentimiento en el caso del PP, que, dicho sea de paso, consiguió de la mano de la Sra. Isabel Pérez-Espinosa un «brillante» resultado electoral al pasar de 20 diputados en el Parlamento autonómico a 10, y de la frustración en el caso del PSOE, que de la mano del señor Javier Fernández también cosechó un triunfo semejante al perder 6 escaños, pasando de 21 a 15 en la citada institución. El resentimiento del PP es el resultado de la irrupción en la escena política autonómica del señor Francisco Álvarez-Cascos, que, guste o no, ha sido el ganador de las elecciones autonómicas en número de escaños (16) porque así lo han querido y expresado legítimamente los asturianos, y la frustración del PSOE es la consecuencia directa de su incapacidad manifiesta para gestionar la gravísima crisis económica en la que estamos inmersos, lo que sumado a alguna que otra marea ha provocado un notable hastío de los ciudadanos. Estos líderes políticos resentidos y frustrados, y algunos otros como el señor Ovidio Sánchez, deberían, si tuviesen el más mínimo sentido de la responsabilidad, presentar su inmediata dimisión irrevocable porque ellos son los responsables directos de sus «brillantes» éxitos electorales entre los que, por cierto, hay que incluir también el cosechado por el señor Gabino de Lorenzo, a la sazón alcalde de Oviedo, y mentor político de la señora Pérez Espinosa, que ha pasado de 17 a 11 concejales en su Ayuntamiento; sin duda, otro éxito rotundo que también le debería marcar el camino a seguir. Pensar en el bien de los ciudadanos es simplemente respetar su voluntad y no traicionarlos con pacto de resentimiento y frustración para vengarse de terceras persona y seguir indefinidamente en la poltrona, y esto último es precisamente lo que se está haciendo en Asturias, comunidad autónoma de la que procedo. Por tanto, visto lo visto, parece que en este país la mejor opción política quizá sea el voto en blanco, o sencillamente la abstención, algo, por otra parte, bastante triste y lamentable.
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