Tango sinfónico en Oviedo
El 21 de junio tuvo lugar en el Auditorio un concierto-espectáculo a cargo del tenor José Manuel Zapata y la cantaora Rocío Márquez, acompañados por guitarra, bandoneón y una sección de la OSPA. El programa constaba de tangos de Gardel, Piazzolla, Discépolo y otros.
El concierto tuvo un éxito rotundo con una OSPA muy acreditada, y con dos vocalistas de alto nivel, con oficio en comunicarse con la audiencia de agradar, hasta marcaron unos pasos de baile.
Dos de los tangos, «Verano porteño», de Piazzolla, y «El Choclo», de «El Negro Casimiro» Villoldo, corrieron a cargo exclusivo de la orquesta, sin voces, y resultaron los mejores tangos sinfónicos del repertorio orquestal.
Los tres últimos tangos, con voces, guitarra y bandoneón, sin orquesta, fueron los mejores de Zapata y Márquez, mostrando la calidad de las melodías y de sus voces.
Al inicio del concierto, voces del público pedían «fuera de megafonía». Zapata se excusó amablemente y dijo que el micro era necesario para este tipo de actuaciones. En la práctica, la megafonía también amplificó el sonido de la orquesta que en los fortísimos silenció las voces. Desde su estancia en «La Chacarita», Carlitos Gardel frunció el ceño.
Por su parte, los conciertos sinfónicos de tangos para instrumentos solistas, como el bandoneón, están más que acreditados por las composiciones de los Piazzollas, Mederos y otros y no precisan megafonía.
Un ejemplo extremoso de cómo la fusión de dos excelentes musicales pueden dar un mal fruto es la interpretación de las bellísimas melodías Kern, Gershwin y Berlín por afamados instrumentista como Menuhin y Grapelli que –en algunas de sus grabaciones– distorsionan las melodías con sus arabescos virtuosos. Este no fue, ni de lejos, el caso de Oviedo, de fácil solución.
El concierto terminó con una propina de cantes y coplas, con acompañamiento de guitarra o piano, en que los cantantes refrendaron la calidad y el arte de sus voces. El público quedó encantado, y la crítica también.
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