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Cierre inminente de las minas en Asturias.

18 de Marzo del 2009 - Eduardo Vázquez Coto (Frankfurt am main (Alemania))

He podido experimentar hace algo más de año y medio el grado de desinformación que suele darse en la sociedad española, no ya por falta de lectura, que también se da, sino por la propia dificultad de llegar a información valiosa y necesaria.

Por aquel entonces, era en lo relativo a la crisis económica. Mientras en periódicos internacionales se escribía desde la segunda mitad de 2007 artículos a dos caras sobre las dificultades que empezaban a intuirse en países como España, Reino Unido o Irlanda debido a las diferentes burbujas de la construcción instaladas en cada país, en la piel de toro el tema a discutir era la nueva canción del chiqui-chiqui, si De Juana Chaos se daba un paseo por San Sebastián, el dime y direte entre gobierno y oposición y un sin fin de necedades propias de patio de colegio.

Los que por entonces sacábamos el tema de la debacle de la economía española con la constante subida de la inflación, subida de tipos de interés y encarecimiento del crédito que afectaría directamente al sector que sostenía a toda España, en tertulias o foros se nos tachaba de catastrofistas o de pesados si es que no sufríamos directamente el vacío de ser ignorados.

Ahora en Asturias tengo la sensación de que está pasando algo más de lo mismo con otro asunto.

¿Son conscientes los asturianos de que en estas fechas se está fraguando el cierre total de HUNOSA y con ello el de las minas de nuestra tierra?

Yo diría que no. Cierto es, que con cerca de mil nuevos parados mensuales en el Principado, la gente tiene suficientes problemas en la cabeza como para andar rebuscando y acceder a este tipo de información.

El caso es que el 31 de diciembre expira la normativa europea sobre las ayudas a las explotaciones mineras y la Comisión Europea ha decidido no prorrogarla.

HUNOSA es la empresa que recibe la mayor parte de las ayudas estatales al carbón en España.

El plan 2006-2010 para el cierre de minas en España, que fue aprobado por la CE, incluía 1.496 millones de euros para la susodicha empresa y preveía reducir su plantilla, de 4.000 trabajadores, a la mitad, que se dice pronto.

La normativa sobre ayudas expira dentro de poco más de un año, el 31 de diciembre de 2010. A partir de ese momento, Bruselas sólo prevé autorizar ayudas al cierre, y su propuesta definitiva, se conocerá entre marzo y abril. Lo cual significa, que todas las empresas que reciben ayudas a la explotación debido a su falta de competitividad dejan de tener un solo euro que las sostenga.

En otros países como en Alemania, el gobierno, siguiendo el ejemplo de sus vecinos franceses y belgas, ya se han decidido a afrontarlo fríamente y han pactado con los sindicatos el cierre de todas sus minas en 2018, lo que afectará al empleo de unas 35.000 personas que trabajan actualmente en el sector.

Sin embargo, Madrid todavía no ha presentado sus planes de ayudas para el periodo 2008-2010 y Bruselas no tiene ni la menor idea de que pie cojea.

Lo que parece más probable es que el Gobierno, que ya en 2008 se acordó de la minería asturiana para que devolvieran 70 millones de euros de las subvenciones que recibió entre los años 1998 y 2001 en concepto de ayudas al funcionamiento y a la reducción de actividad, tratará seguramente de agazaparse detrás de la posición alemana para sellar el cierre definitivo de las minas y presentarlo ante el sector español como una imposición de Bruselas.

CARBUNION, la Federación española de Minas de carbón, sin embargo, no ha dicho nada todavía y no se ve sindicato alguno preparando barricadas.

Muchos dirán que para que queremos las minas a estas alturas. También es bien conocido el resquemor que produce a otros tantos tener a algún familiar o conocido (y son bastantes, se lo puedo asegurar) que a los 45 años ha dejado de producir y vive a costa del Estado (es decir, con los impuestos de todos) con una buena paga de prejubilación, mientras otros con 10 o 15 años más, siguen al pie del cañón, si es que ahora no se han quedado en la calle.

Pero el caso, es que Asturias no puede presumir de industria o tejido empresarial boyante y mucho menos está para andar perdiendo más sectores estratégicos.

Los últimos años, la coyuntura internacional del sector naval de barcos, pasó por el momento más dulce de las últimas 2 décadas. El sector en Europa estaba saturado de contratos, sin embargo, hemos visto impasibles el cierre de Naval Gijón con una planificación consentida para tal fin.

Arcelor está actualmente pendiente de un ERE que se está fraguando en sus hornos.

La financiación autonómica aplaudida por el Gobierno asturiano en su momento, pasa a favorecer a las regiones con mayor crecimiento poblacional y dinamismo económico (totalmente lo opuesto a la situación del Principado) asumiendo más si cabe la España de las dos velocidades.

Y ahora, llegan noticias del cierre definitivo de la mina.

Y yo me pregunto ¿qué queda ya en Asturias?

¿Por qué no hay información al respecto? ¿ Por qué nadie está moviendo un dedo para defender los intereses de nuestra gente? ¿Han todos asumido y aceptado ser ciudadanos de segunda? ¿Es consciente la gente de lo que se avecina y las consecuencias de todo esto?

Esfuércense por un momento y dejen de pensar en el corto plazo.

Aplacen por un minuto el recibo de la luz demencial que les acaba de llegar o el pago de la hipoteca del próximo mes.

Piensen solo por un minuto un poco más allá, tres, cinco años en el futuro.

La actual crisis tiene para una década.

No hay alternativa al crecimiento económico que ha generado la construcción en España, ni volverán los beneficios rápidos que han llenado las arcas de ayuntamientos y gobiernos regionales o nacional a costa de esta actividad especulativa.

No nos engañemos, las grandes infraestructuras que no se han realizado en esta década han firmado su ralentización al caminar sobre cemento fresco que ahora se está secando.

Se acaban las ayudas europeas y los gigantes que sustentan un gran porcentaje de nuestro sector industrial y empleo regional se tambalean.

Resumiendo, nos han pasado los grandes trenes de las oportunidades de nuestra época y nos hemos quedado tan tranquilos.

Y ahora, ¿qué?

Si alguno tiene después de este minuto de reflexión esperanza y optimismo, le sugiero se pase por la consulta del doctor a que se lo mire, quizás necesite una dosis de realismo.

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