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Educación y expertos

30 de Junio del 2011 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

¿Quién decide por dónde debe discurrir la Historia? Posiblemente El Mulo: un mutante, un diletante absolutamente nada previsto por los expertos en la psicohistoria de las fundaciones de Isaac Asimov. Y es que El mulo es una metáfora de lo que debe ser una sociedad creativa en permanente mutación, promoviendo su desarrollo de forma natural e imprevisible. No podemos dejar la educación en reglados expertos bien pagados de sí mismos. Desde que hace mucho tiempo lo intuí al ver las evoluciones de la/s bandada/s de estorninos al atardecer sobre los cielos de Santa Olaya mientras yo tomaba mi té bien abrigado en medio del frío exterior hipnotizado por la acústica de su danza reverberando como el sonido de la mar en oleadas de vuelos rasantes imprevistos sobre mi cabeza, creo y confío en ese modelo como respuesta. De suyo fue esa imagen la que me convenció de que el mundo (no solo el social, sino también el político, el productivo y el educativo, etcétera) debería copiar tal modelo dado que el control de múltiples variables es posible informáticamente y hace controlables los modelos aparentemente caóticos bajo la única condición de que acepten una señal de retroalimentación para su regulación permanente. (Como los datos meteorológicos diarios lo hacen con la meteorología). La FP permanente es una formación cuya importancia es capital y que, curiosamente, en este país rígido y reglado en manos de expertos ni se ha sabido intuir ni constituir de forma independiente más allá de la FP inicial. Toda una formación profesional concebida como una retroalimentación del conocimiento y de la empleabilidad de las personas a todo lo largo de la vida. Pero, en fin, esta sociedad guiada por esos expertos (bien pagados y reconocidos como únicos docentes en su ansiado monopolio del MEC) es la sociedad que nos va a tocar vivir con nuestro fracaso presente y futuro por no ser capaces de cortar las cadenas que gustosamente abrazamos al ser permanentemente educados para la adecuación a lo políticamente correcto; siendo nuestra principal argumentación como siempre ha sido: «¡Pero qué dices! Eso nunca se hizo así chaval».

En este sistema educativo fracasan los superdotados y fracasan los repetidores: ¿Qué hacemos? Pues bien, este diletante instructor os va a hacer una propuesta interesante: eliminad los cursos tal y como los tenéis planteados. No voy a deciros lo que tenéis que hacer hasta la ESO (para eso os basta consultar lo que Summerhill School lleva haciendo desde hace tiempo). Pero voy a haceros una propuesta para la educación y la formación posterior incluyendo la universitaria: «convertiros en bandada educativa de asignaturas para cada trimestre; con tres trimestres lectivos y uno de actividad complementaria». Desaparecerían 1º, 2º, 3º, 4º de ESO y luego el 1º y 2º de Bachiller... ¿Cómo? Haciendo aparición los itinerarios formativos de esa bandada de estorninos en que se convertirían las asignaturas impartidas de forma continua durante los trimestres en turnos de mañana y tarde. El profesor ya no iría a las clases de 1º de ESO, 2º de ESO etc. Clases en las que están los alumnos esperándoles agrupados e igualados por edad y no por motivaciones y conveniencias; sino que los alumnos, siguiendo el itinerario de su orientador educativo y motivados por él, se dirigirían al aula de la asignatura correspondiente del profesor pertinente. «Este trimestre por las mañanas haré el curso de -Matemáticas I para Ciencias- (4 horas durante toda la mañana, durante 4 días a la semana y, aparte, 1 día para tutorías), y si lo saco ya voy servido», piensa el alumno tras acordarlo con su orientador. Este orientador educativo de los itinerarios formativos pasa a ser un profesional de capital importancia; porque entre los jóvenes, cada uno tiene su tempo para el aprendizaje y todos debemos ir al aprendizaje permanente. Así que los superdotados en mañana y tarde y sin aburrirse, ¿a saber qué itinerarios podrían llegar a completar?; los no tan dotados, ajustándose a su ritmo y también sin aburrirse, irían recorriendo y recogiendo lo que necesitan para su futuro de permanente aprendizaje. Ya sé: «esto nunca se ha hecho así; lo normal no es eso chaval; ¡pero qué sabréis vosotros los instructores que ni siquiera sois legalmente docentes!; además un pedagogo tiene establecido que: bla, bla, bla; y eso sin mencionar que no es rentable. Pero ¿qué es rentable? Se pregunta este instructor... Por supuesto, dados los medios existentes el alumno ya no irá a tomar apuntes a la clase, sino que, una vez estudiado y recabada la información, iría a dialogar y demandar respuestas a sus dudas y, si no las tuviese, el profesor se las provocaría. Es todo un cambio. Devolvamos la competencia a la sociedad estudiantil y trabajadora, dejémosles elegir, confiemos en su capacidad; orientémosles y acostumbrémosles a elegir. El sistema de la fila india y de la bandada de patos siguiendo al jefe, no funciona. Vayan pensando en cambiarlo o, sino, perdiendo toda esperanza de adaptarnos al futuro de la cooperación creativa desde la libertad, para quedar atrapados en la competitividad destructiva sin progreso.

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