Una gran profesora
Dicen que hay profesores y profesoras que te marcan para el resto de tus días, personas que se esfuerzan para que sus clases no resulten aburridas y monótonas y que consiguen que la asignatura que imparten te interese y te enriquezca. Hace años que dejé el instituto pero aún recuerdo a Carmen, mi profesora de Literatura, o Covadonga, de Francés, por ejemplo. No son las únicas que he tenido pero sí son de las que te marcan.
El pasado 24 de junio una de esas personas agotó sus días de docencia y llegó a lo que todo el mundo conoce como jubilación. Muchos años impartiendo Matemáticas e Informática en el Instituto Aramo, aprobados, suspensos, reclamaciones, evaluaciones, tutorías, claustros. Un sinfín de compañeros y compañeras, bedeles, jefes de estudio (quién no se acuerda de Juanjo) directores y, sobre todo, alumnos y alumnas.
Sé que la mayoría de los que acabo de nombrar guardarán un gran recuerdo de esta profesora. Yo no he sido su alumno en el instituto pero sí que he tenido la suerte de aprender mucho de ella. Me ha enseñado cosas mucho más importantes que sumar o restar. Me ha enseñado a ser persona, porque a parte de ser una gran profesora es una grandísima madre.
A Carmen Sara.
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