Somos de La Corre
En el mes de septiembre del año 1996 llegué al Instituto de Educación Secundaria Cerdeño por haber sido suprimido el puesto de trabajo que desempeñaba hasta entonces en el Colegio de Ventanielles. Desde ese momento he trabajado con chicas y chicos del barrio de La Corredoria que por entonces se desplazaban hasta Cerdeño para recibir enseñanzas de ESO y Bachillerato, ya que su barrio carecía a la sazón de equipamientos escolares de Enseñanza Secundaria.
Ya hace tres años, La Corredoria pudo al fin estrenar su propio Instituto de Educación Secundaria y a él nos trasladamos juntos alumnos/as y profesores/as desde el viejo Cerdeño.
Además de estrenar un edificio propio, estrenamos, creo, una identidad especial que hasta ese momento manteníamos callada por las circunstancias y que no es otra que «Somos de La Corre», que es como a estos jóvenes les gusta identificarse y que a mí también me gusta compartir porque, aunque no soy de La Corre, sí me siento y quiero ser voluntariamente parte de esa marca de identidad.
Soy de La Corre como antes fui de Ventanielles porque en esos dos centros he desarrollado la mayor parte de mi trabajo docente, una parte fundamental de mi vida.
Hoy, 30 de junio, es mi último día en el IES La Corredoria y en este trabajo, porque hoy paso a ser una profesora jubilada y quiero que mi último acto docente sea un saludo a mis chicos y chicas de La Corre, a todos mis alumnos y alumnas.
Desde un lugar especial, nuestra biblioteca, la que hemos creado juntos, la que hemos compartido como refugio de nuestros sueños al margen de las presiones del trabajo de cada día, quiero hablar con vosotras y vosotros, mis niñas y niños, para agradeceros tantas muestras de cariño, tantos gestos hermosos, tanta generosidad en suma y también para deciros que este trabajo me ha hecho fundamentalmente feliz, porque convivir con vosotros ha sido mucho más una suerte que un trabajo. Durante todos estos años os he visto crecer, aprender, avanzar en la vida con esa fuerza que ponéis en todo y he lamentado muchas veces no tener más poder para cambiar las circunstancias que en el mundo en general y en la educación en particular os puedan en alguna medida limitar o perjudicar.
Pero, por encima de todo, me siento orgullosa de vosotros, de haber formado parte de vuestra vida y de que me consideréis una de los vuestros, y por el cariño que os tengo me atrevo a pediros que nunca dejéis de luchar: por vuestro instituto, para que sea cada vez mejor; por vuestro maravilloso barrio, para que las instituciones se responsabilicen de dotarlo de todos los servicios y equipamientos que aún le faltan, y, sobre todo, por vuestros sueños, que son la única cosa que os hará crecer y mejorar en la vida.
Desde vuestra biblioteca, el lugar mágico donde se guardan todos los sueños posibles, os invito a buscar los vuestros y construir con ellos un futuro en el que, cuando menos, seáis personas buenas y felices. Y espero que la vida me permita verlo, porque eso también me hará muy feliz.
Gracias también a vuestras familias, que siempre me han tratado con todo respeto y cariño, dándome su apoyo más allá de mis merecimientos.
Una vez más, gracias y hasta siempre, mis queridos alumnos y alumnas, mis amigos.
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