En el Palacio Valdés
Antes del comienzo de cualquier función de teatro, concierto, ópera, etcétera, una voz advierte al público de que hay que apagar los móviles. Pues bien, en el mes de abril y cuando Joaquín Kremel se metía en la piel de Poncio Pilatos en lo que resultó una magistral interpretación ocurrió lo siguiente:
Al poco de comenzada la función, un móvil con música de gaita inundó el teatro durante un tiempo que resultaba eterno y por si fuera poco otros dos móviles más repitieron la fechoría irrumpiendo en los monólogos del actor.
Por si fuera poco, las continuas toses y carraspeos nos llenaron de bochorno. Sabemos que la tos es involuntaria pero también sabemos de la conveniencia de llevar unos caramelos o pastillas para hidratar la garganta en caso de apuro. Si la tos persiste, es aconsejable abandonar la sala discretamente. Y para más inri, alguien con afán aplaudidor, interrumpió al actor en al menos cuatro ocasiones.
Lo ocurrido en el teatro fue una falta total de educación y respeto a los actores y al público en general. Hasta se barajó la idea de un complot contra la compañía de teatro.
María del Pilar Guerra León, Oviedo
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