Carta abierta al sacerdote don Santiago Martín
Asistí a su conferencia sobre la cristianofobia existente.
Soy católico, y católico quiero morir, porque tengo esperanza.
Repelencia, rechazo, conjunción de poderes, odio al Cristianismo, eso es la cristianofobia, como usted demostró en la muy acertada relación de su conferencia, después de ser presentado por don F. Javier García, valorando las circunstancias culturales de diversas licenciaturas, abundante producción literaria.
La pena es que usted se excedió en el tiempo, perdiendo así opiniones como la mía, en que también me excedí, cuando, ya a la salida, comentarios coincidentes en la calidad de la conferencia, dije en un grupo que usted no debería haber pasado de la hora, un político asturiano, católico, me corrigió diciendo, «cincuenta minutos», y luego opiniones. Político de primera línea en Asturias.
La cristianofobia actual viene de muy lejos, incluso antes de la Ilustración francesa, antes de Voltaire, y de la serie de filósofos del siglo XIX. Ya con la caída del imperio Romano, en que Europa quedó definida como base del Cristianismo y para su proyección futura, empezaron los movimientos políticos a obstaculizar la base del mismo y, por consiguiente, de la Iglesia católica.
En mi intervención, excesiva, porque no supe ordenar las notas que tomé de usted, y que justificó plenamente que usted me cortara la palabra, le pregunté si conocía la frase en latín (no recuerdo donde la tomé) que refiriéndose a la Iglesia católica, de «Ecclesia» dice «sancta et meretrix», una frase que me dijo desconocer pero que la buscaría, y al salir le rogué me la comunicara. Al leerla usted dijo «Iglesia santa y pecadora», los diccionarios latinos y español, dan también otros significados que yo no quiero exponer aquí, por respeto a usted, y a los lectores.
Usted mismo tuvo esta frase «en la Iglesia hay de todo», en sacerdotes, obispos». Mucho daño actual, los numerosos casos de pederastia, que, al fin obispos, incluso el Papa, se han visto obligados a intervenir. Papa actual debidamente valorado por usted en la conferencia.
Y una vez más, usted defiende el respeto a la vida desde su origen, la familia como institución básica de la sociedad y el derecho de los padres a decidir sobre la educación de los hijos. Fue usted breve en el lamento por la lamentable situación de un gran porcentaje de la juventud. Podría extenderme mucho más, sólo esto: quise preguntarle si nos podría decir cuál fue, realmente, el motivo por el que Isabel y Fernando fueron significados como los «Reyes Católicos» en el momento en que así se los designó.
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