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Drama y el Congreso

16 de Julio del 2011 - Ricardo Luis Arias (Aller)

Sus principales actores, Zapatero y Rajoy, en un estado de la nación verdaderamente lamentable. El primero, el galán, con su habitual y espectacular verborrea, que dejaría bizco a Castelar, experto en el arte escénico, supera a su oponente, blandengue él, sin energía –que al otro le sobra–, como si por alguien fuera empujado, desde el foro, para exponer sus razonados argumentos y la realidad de los hechos. Zapatero, no cabe duda, es un gran actor con muchas tablas, tiene carisma –el que le falta a Rajoy, entre otras muchas cosas– y, al igual que Felipe González, sabe muy bien vender la burra, aunque esté quebrada y llena de mataduras, que es como está España, hecha una verdadera birria.

Y así la deja el comediante Zapatero, el cual, después de tan espectacular intervención dialéctica, se despide, con una furtiva lágrima, del respetable con aplausos de los suyos y abucheos de los contrarios. La farsa es completa. Sobre todo si el papel del que se va –en buena hora– lo pasa a interpretar el tenebroso Rubalcaba, que para los confusos y desorientados populares es el Maquiavelo de este esperpéntico drama. Que termina con un país hundido económicamente, enfrentado, dividido, con un separatismo rampante oxigenado desde el Poder, cinco millones de parados y ETA en las instituciones, por obra y gracia de un tribunal que de constitucional tiene tanto como uno de obispo. Este naufragio político, en el que el PSOE resulta ser el primer dañado por tan nefasto dirigente, puede tener la tabla de salvación en unas elecciones anticipadas, o el hundimiento carpetovetónico será irremediable. Elecciones, pues, y no vacaciones. Es lo que demanda el respetable de este drama que se acaba de representar en el escenario del Congreso. Drama y tragedia.

Y ahora vamos con Rajoy, que para los socialistas es el Hamlet de este drama shakespeariano, que no parece contar con la confianza de los populares de a pie, de la fiel infantería. Será una buena persona, íntegra, un buen gestor, pero le falta lo que le sobra al cuitado Zapatero: carisma, energía y una dialéctica arrolladora. Esperanza Aguirre, toda una Margarita Xirgu del Partido Popular, sería su mejor sustituta. Rajoy, que se cargó a María San Gil en Euskadi, vilmente, en Asturias tenía a Cascos como su mejor candidato y valedor, y ya vimos la que armó. Destrozó aquí su partido y ahí tiene ahora a Cascos, con su Foro, que va a presidir el Gobierno del Principado. El gallego, en Asturias, la ha cagado. Así de cierto, y así de claro. Y disculpen la palabreja.

Finalmente, para los actores de este drama político, representado en el Congreso, Zapatero y Rajoy, de los que la musa Talía no debe de sentirse muy orgullosa, fin de su mala representación. Y para ellos, abajo el telón.

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