Permanece (y II)
Recordatorio. El hacha le pidió al árbol el mango. Y el árbol
se lo dio.
Tagore
La «Tacita» anterior nos hablaba «Del cariño que permanece para siempre». Para hoy hemos dejado una historia de la que hemos sido testigos a mediados del verano de agosto del año 1997. Cierto atardecer, en Boiro (Galicia), donde veraneábamos (años y años), nos llegó la desgraciada noticia: «Arias, comandante de aviación militar del Ejército del Aire, y toda la tripulación habían fallecido en accidente durante la misión de apagar los fuegos en los bosques gallegos». Arias dejaba a su joven esposa y a una pareja de pequeñajos de 3 y 5 años que jugaban y se bañaban con su madre y con nuestros hijos, que merendábamos día a día junto a ellos, su mamá y nosotros en un bar muy cercano a la playa. A pesar del tiempo transcurrido desde entonces, nuestro cariño mutuo (nos hicimos amigos, amigos) aún vive íntegro en nuestras almas.
Amables lectores, le reiteramos a Paco, muy querido por nosotros y por todo el mundo, guarda mayor de la Forestal jubilado en Vegadeo, las gracias por habernos enseñado a cuidar y a amar la Naturaleza.
Despedida y cierre.
Érase una vez.
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