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Señor Cascos, la sanidad pública no es intocable

19 de Julio del 2011 - José Viñas García (Oviedo)

Está de moda nuestra Sanidad Pública, lo está por varios motivos, pero resumido en uno: Imposibilidad de meter mano a un sistema enaltecido por todos, elogiado y ensalzado hasta límites de intangible y sagrado. Sin darnos cuenta que cuando se sube a los altares a alguien, es difícil de interpelar o exigir, si así haces te estás metiendo con la institución, sin reparar que ésta, la conforman personas más o menos profesionales, más o menos competentes, aquí los mediocres no existen. Claro que existen (más que mediocres, consentidos de hastío y de EGO crecido) y en cantidad mayor que en otras empresas; ya que estas, se manejan por rentabilidad, productividad y competitividad, además de tener un dueño y una dirección de empresa que le exigen y se exige responsabilidad.

Cuando alguien denuncia públicamente, que nuestra sanidad está disminuyendo en calidad y diligencia a pasos agigantados, no se está metiendo con los buenos profesionales, sino con los que no lo son, y con toda esa red de enchufismos y cueles, que hace imposible que seas atendido en tiempo y manera que requiera tu dolencia, si no te buscas un arrimo de algún trabajador sanitario. Qué decir de la cantidad de buenos profesionales que se forman en nuestra sanidad y ya labrados, se van a donde les paguen más, o complementan ambas parcelas, con lo que cualquiera puede deducir que donde le permiten algún escaqueo lo hará sin ruborizarse demasiado.

Qué decir de las consultas privadas de quien complementa con la S.S. Todos saben que si acudes al mismo especialista que tienes asignado por S.S. a su consulta intima, te saldrá todo más dulce, ameno y rápido. Como todos incluidos los empleados sanitarios, hemos aprovechado dicho atajo (un copago interesado) nadie puede acusar de semejante verdad, a semejante consentimiento.

Estás satisfecho con tu especialista, y de pronto te dicen que se fue, empiezas con uno nuevo, a iniciarse, que si no fuera porque el ensayo es contigo y con tu salud, podrías hasta permitir que tuviera todo el derecho a encaminar y recorrer experiencia. Esto pasa también en cualquier prueba médica, donde aprecias que les falta ruedo.

Acudes a Urgencias, y la misma doctora te dice que está de trabajo hasta más allá de lo permitido, manteniendo por horas y horas en los pasillos y salas de espera, a pacientes que en el 99% no van por deporte, a un lugar así.

Podemos seguir engañándonos todos, agradeciendo por prensa lo bien tratados que fuimos en esa experiencia de acudir al hospital, con un ser querido; me pregunto el porqué sentimos ese deseo de agradecer ser atendidos con amabilidad ¿no es algo que lleve implícito esa profesión? Agradecemos porque muchas veces nos hemos encontrado con indelicadeza y arrogancia (cuando estás en un momento de flaqueza mental y física, donde necesitas más que nunca frente a ti, alguien que te de confianza y esperanza) pero claro eso cuesta más exponerlo, sería desagradecer.

Esta empresa que representa un sacrificio en impuestos a los ciudadanos, funciona gracias a los menos profesionales que existen actualmente, en muchos casos esos doctores, los encuentras mañana, tarde y noche, son los mismos de siempre en cada planta, otros muchos solo pasean o ni se ven. La mayoría son jóvenes, algunos menos ya, pero que empezaron a foguearse gracias al escaqueo de los más veteranos o con fama y échate a dormir todo ese corporativismo mal interpretado en cada uno de los empleados, hace que el caradura o con fama y echado a dormir maneje los hilos de todo su entorno.

No lo digo solo yo, el Consejero de Sanidad Ramón Quirós, quizás recogiendo de su época de trabajo en el Ministerio de Sanidad, instó al personal de la Consejería a llegar cada mañana a su puesto de trabajo «desayunados, con el periódico leído y cagados». Así, textual. Acto seguido añadió: «Y llorados». En un segundo recado de notables retumbos, pero en las que la textualidad no es tan matemática, el titular de Salud felicitó a aquellos empleados que, un año más, se han llevado el sueldo a casa sin pegar golpe.

Después de oír a esta autoridad, que se puede decir aparte, si reparan él no se calló de una higuera, viene de trabajar muy cerca de quienes denunciaba. Pocos meses después, ya en el cargo, se olvidó de colocar a cada cual en su sito, se silenció y a otra cosa.

Tiene esta empresa recursos, materia prima y personal capaz de mejorar ostensiblemente su funcionamiento, para ello debe Sr. Cascos, ahora que usted gobierna, colocar una persona responsable, seria y con poder de doma rebelde. Que no se amedrente cuando los colectivos sanitarios se le tiren al cuello; lo hacen por esto, pero no porque muchos colegas se salten el código deontológico medico, en muchos de sus artículos. Como veo Sr. Cascos el nuevo consejero de sanidad es médico, lo cual sabe muy bien lo que se cuece dentro de esta empresa, pero me temo que hará como el anterior, el corporativismo superará a la parcela de responsabilidad que conlleva dicho cargo. Solo una persona ajena al entramado hospitalario, con agallas, ganas y firmeza, podría empezar a retomar el buen camino.

Para que los buenos cirujanos y especialistas no se vayan, o dediquen parte del tiempo en complementarse su cuenta bancaria, trabajando en la empresa privada; hay que pagarles buenos sueldos, exigirles por ello y así no tendrán la tentación de marcharse cuando aprendieron a volar en esta empresa. La dedicación exclusiva con buen sueldo será mejor aceptada.

El corporativismo es tal, que con el telón bajado te cuentan todo lo que al subirse cambia a no sé, no contesto. No pueden los profesionales que los hay, sentirse mal por criticar a los que no lo son, a eso llamo yo, corporativismo mal interpretado. Fuera de esta crítica queda la medicina de cabecera, donde con dedicación, simpatía y cercanía, atienden diariamente en consulta y domicilio con una entrega total.

Quien se sienta mal por críticas así, seguramente es quien no quiere perder ese privilegio consentido.

Sé de muchos profesionales que se dejan la mente y el cuerpo diariamente ante desgracias y contratiempos que se les enconan; en tratar enfermedades, comunicar con enfermos y familiares, siempre al servicio de su profesión para estos, todo mi respeto y admiración.

Pero mi crítica como ciudadano y usuario, es mostrar mi inquietud simplemente, sin ánimo de dañar a nadie, salvo a quienes les importamos nosotros menos que nada.

No quería dejar de repetirme en un asunto que me duele en alma: Los cuidados Paliativos. Este destino es cruel cuando el paciente está en perfectas condiciones mentales, allí, en esa planta siniestra, cuidó a sus padres, o visitó a familiares y vecinos; por lo tanto sabe perfectamente que le resta al ser destinado allí, solo la espera de la muerte, eso sin dolor físico ¿pero han tenido en cuenta el dolor mental?

No quiero recurrir otra vez al código odontológico medico, pero me temo que en el momento que desestimemos cuidados curativos, nos lo estamos saltando a la torera. ¿Dónde está la esperanza, el dar ánimos e intentar todo por sanar, en vez de claudicar por protocolos que facilitarán que nuestra conciencia quede libre a la hora de dar por terminal a un paciente?

Un paciente se le puede decir que su dolencia es gravísima, pero de esto a decirle que se le abandona a su suerte, va un trecho dolorosísimo, la crueldad personificada. Siempre hay que dejarle ese rayo de esperanza, será mejor para todos, incluidos los especialistas. Hay mantenerlo en el Hospital, en cuidados curativos y olvidarse para siempre de paliativos. Además una misma enfermedad, en diferentes pacientes puede que alguno, y así ocurrió en muchas ocasiones, sepa responder bien al tratamiento o al destino divino, que en otras no fue posible.

Al menos es mi experiencia y la que respiré siempre en esa planta anacrónica.

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