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Los problemas siguen, ¡cómo no!, creciendo

23 de Julio del 2011 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

El socialismo en 1982 defraudó a algunos jóvenes y a otros, ¡cómo no!, les dio trabajo y reconocimiento. Pero no se enfrentaron a la realidad de vislumbrar un futuro, sino su futuro. Había muchos problemas reales en Asturias, y fue importante perdurar, parchear y maquillar, pero no vislumbrar un futuro complejo aunque real, y concienciar a los ciudadanos frente a él. Por eso, se dio paso a verdaderos especialistas, buenos tramoyistas de paraísos turísticos surcados por tranvías llamados deseo como dramas eternos. Llegaban fondos sin cuento desde Europa, y se destinaban recursos estatales a mayor gloria de propios y extraños. Y los problemas, ¡cómo no!, siguieron. Afirmaron que el obrero era esencial, que todo era por y para que el obrero les votara, que el mundo era de ellos: sus políticos; precisamente cuando el desarrollo tecnológico sentenciaba al obrero sin futuro. Así progresistas en el discurso lograron poner a los jóvenes en la noche y en un trabajo subvencionado en prácticas para provecho de empresarios que veían en eso competitividad. O bien los aparcaban en el desempleo o en trabajos manufactureros construyendo pisos que nunca podrían pagar con sus sueldos. Se propició la proliferación de empresarios que se olvidaban de la tecnología y de las formaciones permanentes y pertinentes; centrados en la subvención y contratación pública, olvidando vender sus productos fuera de Asturias y fuera de España con alto valor añadido. Y es que confundían ser emprendedores con otras funciones. Ciertamente los problemas siguen y se van enroscando precisamente cuando en las fijaciones ya no se plantean roscas para facilitar la construcción realizada por medio de robots. En los sótanos de aquel Socialismo y Libertad habitaba la traición que siempre habita en todas las buenas movilizaciones desde Judas. Por eso algunos critican al movimiento 15M-DRY y lo ven como un problema hablando de algaradas que, como se ve en las fotos, se hacen bajo banderas que no les son propias. Los confunden con la ultraizquierda, pero resulta que el único partido que creció políticamente en Asturias fue Foro (alguien va a tener que reflexionar). Realmente los problemas, ¡cómo no!, siguen. Vean sino lo que escribía Jean-Émile Charon en 1969 (ingeniero, físico y filosofo 1920-1998) sobre la Juventud y como, su enfrentarse a la realidad compleja, forma parte de la esperanza del Mundo.

La Juventud del Mundo es, acaso mejor que cualquiera, testigo de esta nueva actitud frente al fenómeno cósmico. Desde hace algunas generaciones esta Juventud trata, en efecto, de demoler estructuras de pensamiento que considera superadas. A menudo pierde el aliento, se fatiga y acaba al fin por dejarse incluir en nuestro engranaje tradicional. Pero la generación siguiente vuelve a tomar la antorcha, con una sed siempre creciente de cambio. Esta Juventud se rebela contra el inmovilismo de los viejos, contra su manera de enjuiciar la realidad que ella percibe a través de una óptica totalmente diferente. La Juventud actual se asfixia, aspira a una renovación, clama su impaciencia ante nuestra vacilación en abrir las ventanas a otros horizontes. Los viejos censuran a veces la energía que gastan los jóvenes en un comportamiento que les parece incomprensible y, por ende, inaceptable. Se equivocan: la Juventud es incomprensible porque toma conciencia de un Mundo que nosotros no comprendemos aún.

Ese Mundo que no comprendemos aún es la personalización frente a la individualización, las redes sociales de la informática, el desarrollo tecnológico con su desempleo crónico, la necesidad de enfrentarse a un cambio de sistema que no destruya el medio ambiente, empezando por el de las personas: su libertad de conciencia, acción y conocimiento. La defensa del universalismo de la democracia del Hombre-conciencia de la cooperación y la caridad, frente a la tiranía del Hombre-objeto de la competitividad y la codicia.

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