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El fármaco del humor

21 de Julio del 2011 - Prof. Dr. José Antonio Flórez Lozano

El humor es una cualidad psicológica que permite percibir la experiencia de forma jocosa aun cuando las condiciones de la vida son adversas. Incorporar el humor y la risa a nuestra conducta habitual nos alivia la fatiga y elimina la autocompasión. Groucho Marx, el enloquecido parlanchín, y Chico, el pianista golfo, fueron maestros en el humor, y, además, desde orígenes miserables e inciertos consiguieron conquistar la armonía y la felicidad a través del humor. Igualmente, Harpo Marx, el artista consagrado por su personaje mudo, con peluca y gabardina, que araña el arpa, que deja caer cuchillos, hace estallar una bocina y persigue con frenesí a las chicas, potencia el sentido del humor y nos hace reír a carcajadas. El sentido del humor nos permite lograr que la vida sea más soportable, rica y placentera. Cuando W. Churchill cumplió 80 años, un periodista menor de 30 años fue a fotografiarlo y le dijo: «Sir Winston, espero fotografiarlo nuevamente cuando usted cumpla 90 años», a lo que Churchill respondió: «¿Por qué no? ¡Usted parece bastante saludable!» (Winston Churchill, 1847-1965. Londres, premio Nobel de Literatura, 1953).

En efecto, desde siempre, la medicina ha considerado que la risa es buena para el cuerpo y el espíritu. La ausencia del sentido del humor es un factor de riesgo para numerosas enfermedades; además, el humor y la risa acortan distancias interpersonales y culturales, disminuyen la ansiedad y la depresión y potencian la comunicación entre las personas. El sentido del humor nos aleja de los conflictos personales, de la rutina, del tedio, de la frustración y del desengaño. Además, genera un gran número de emociones positivas. Tal vez, por ello, debemos procurar que la risa sea nuestra tarjeta de presentación ante la vida. Sin duda, es un fármaco protector de numerosas enfermedades y un gran facilitador de la longevidad. A Matilde, de 93 años, le gusta sonreír cuando la ocasión lo merece, cuando sus sentimientos están en orden, cuando no hay emociones malsanas que le contaminen. Le gusta sonreír al despertarse para exprimir el día hasta la última gota y disfrutar al mirar y al contemplar siempre experiencias agradables, sensaciones muy placenteras como esas diminutas gotas que contempla en la flor de una gardenia en el alba. También sonríe cuando está con alguien que no se encuentra al acecho de sus debilidades, alguien que busque lo mejor para ella, con ella; alguien que no sondee las zonas más sombrías de su psiquismo.

Subtítulo: Las bondades de la risa para el cuerpo y el espíritu

Destacado: El sentido del humor nos aleja de los conflictos personales, de la rutina, del tedio, de la frustración y del desengaño; además, genera un gran número de emociones positivas

Matilde sonríe a pesar de la exigua pensión, de los dolores cervicales y de espalda, a pesar de los dolores musculares, articulares y dolores en los dedos de los pies. Sonríe a pesar de todo, porque por encima de cualquier cosa le gusta vivir, recibir el día, la noche y el amanecer con una sonrisa. Sonríe sosegada al horizonte, a esa maravillosa panorámica; sonríe a sus sueños, al aire intangible, a sus divertimentos, a esas montañas de siempre cuyas crestas tocan las nubes; sonríe a lo más eterno, sonríe a Dios. Sonríe porque, como dice el gran poeta alemán H. Fallerleben (1798-1874), «los árboles florecen por todas partes, las flores se abren de nuevo, y el ruiseñor vuelve a cantar su vieja canción. Oh, feliz quien todavía canta y ríe, porque cree en la primavera».

Ciertamente, en medicina, la risa comenzó a tener un gran interés a partir de una publicación en el «New England Journal of Medicine» en 1976, en la que se afirmaba rotundamente que un periodista se había curado de una gravísima enfermedad reumática (espondiloartritis anquilosante) con fuertes dosis de vitamina C y disfrutando de muchas películas cómicas. Practicar la risa es una hermosa puerta para lograr la relajación, abrir nuestra capacidad de sentir, de llegar al silencio, al éxtasis, a la creatividad. En fin, la risa aporta múltiples beneficios: elimina la ansiedad y contribuye a mantener a raya la depresión, la ansiedad, el colesterol, el insomnio e, incluso, algunos problemas cardiovasculares. La risa nos ayuda a vencer el miedo, nos llena de luz, de fuerza, de ilusión, de sentido del humor, de gozo y nos ayuda también a vivir la vida de forma más positiva. En fin, sólo con el sentido del humor y con la risa disfrutamos de la vida. Con la risa y el sentido del humor, surgen sentimientos muy positivos: comprensión, cariño, amabilidad, amor, alegría, vitalidad, ilusión y esperanza. La vida es en su totalidad una gran broma cósmica; no es algo serio; tómala seriamente y, tal vez, la perderás. Lo mejor es comprender la vida a través de la risa. Sin duda, es el mejor ingrediente para afrontar las circunstancias de la vida. Además implica una elevación de la actividad de los linfocitos NK (natural killer), lo que refuerza el sistema inmunológico y se incrementan también las inmunoglobulinas (Ig) salivares, pudiendo reducirse el riesgo de infarto de miocardio tan sólo con treinta minutos de cine cómico. Sin duda, la risa mejora la salud, potencia la actitud positiva y contribuye a crear armonía y paz en el mundo. En efecto, el sentido del humor y la risa nos dan fuerzas, suavizando la agresividad de la vida, y también nos ayudan a encontrar soluciones ante situaciones complejas de la vida. Matilde me comentaba que «sin humor te vas hundiendo poco a poco; se puede decir estoy cansado, pero nunca debería decirse hoy no estoy para bromas». En fin, el humor y la risa son fármacos que neutralizan el dolor, el sufrimiento, la frustración, la ansiedad, la aflicción y el estrés. También nos ayudan a mantener la esperanza y a potenciar la creatividad. Por eso es conveniente cultivar todas nuestras habilidades en relación al sentido del humor, desarrollando nuestro aprendizaje, nuestra habilidad «escondida», venciendo miedos e inseguridades, afianzándonos cada vez más en esta conducta del sentido del humor que tiene un gran interés terapéutico y que permite que acariciemos la felicidad y la salud. ¡Aprovechemos el sentido terapéutico del humor y de la risa!

Prof. Dr. José Antonio Flórez Lozano, catedrático de Ciencias de la Conducta del departamento de Medicina de la Universidad de Oviedo

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