Cuiriosas similitudes
Es evidente la similitud, así me lo parece a mí, entre el trabalenguas popular: tres tristes tigres; y el que acabo de inventar: tres tristes trajes, sin embargo se da la existencia curiosa de un colectivo, en el que quizá haya individuos que no encuentren dificultad en la dicción del primero, el de los tigres, pero en el que ¡jamás! ninguno de sus integrantes, será capaz de verbalizar el segundo, y no por inhabilidad de su lengua, sino porque tildar simplemente de tristes los fluxes de la discordia de Camps restaría magnificencia a la cuestión y, al decir de estos abanderados de la honestidad, los ternos del expresidente valenciano parecen ser un exponente de difícil parangón en la escala de corrupción, algo más execrable en el devenir político de este país únicamente puede tener lugar en las filas del PP; qué tiene eso que ver, por ejemplo, con los caballos de Bono o el génesis de esotérica alquimia de patrimonios como los del mismo Bono, Chaves y sus entornos y tantos otros con sus tantos entornos que privilegian fraudulentamente con fondos públicos. Nada que ver. Moco de pavo para ellos y para su justicia adicta que se pasa por el forro los chanchullos de estos jetas que pasean sus íden sonrientes con la desfachatez de quienes gozan la experiencia de poder cagarse en los ciudadanos mientras los atracan con total impunidad.
Otra curiosa similitud se da entre el discurso del PSOE y la deposición del hipopótamo. El bicho mueve la cola a ritmo frenético mientras defeca a fin de que la mierda que suelta tenga el mayor ámbito de contaminación posible. Los pesoeistas, al menos los que salen en la tele, hacen con la boca y la lengua lo que el hipopótamo con el culo y el rabo. O sea que el escuchar hablar a los susodichos y ver cagar al hipopótamo es el mismo miasma.
¡Qué sistema! Y ahí está. La mejor forma de gobierno posible. ¡No me jodan!
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