Sobre la expresión «sancta et meretrix»
El pasado 16 de julio, don José M.ª Huerta González en una carta dirigida a La Nueva España comentaba una conferencia del P. Santiago Martín planteando dos preguntas: de dónde provenía la expresión «sancta et meretrix» (santa y pecadora) aplicada a la Iglesia y el motivo por el que se les dio el nombre de católicos a Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.
Al parecer, la frase «sancta et meretrix» no es de origen eclesial. La expresión más parecida es «casta meretrix» (casta meretriz) de San Ambrosio. Con estas palabras, el santo obispo de Milán trataba de señalar el parecido de la Iglesia con Rajab, la prostituta que encubrió a los israelitas que envió Josué para explorar Jericó antes de su conquista. El texto donde aparece y su interpretación exceden los límites de una carta. Espero que sea suficiente citar un comentario del cardenal Biffi sobre el mismo. «La expresión “casta meretrix” lejos de aludir a algo pecaminoso y reprobable, quiere indicar –no sólo en el adjetivo sino también en el sustantivo– la santidad de la Iglesia. Santidad que consiste tanto en la adhesión sin titubeos y sin incoherencias a Cristo su esposo (“casta”) como en la voluntad de la Iglesia de alcanzar a todos para llevar a todos a la salvación (“meretrix”)».
Más adelante el propio San Ambrosio vuelve sobre la misma expresión, ofreciendo otra explicación complementaria de la anterior «La Iglesia justamente toma figura de la pecadora, porque también Cristo asumió el aspecto de pecador».
También es de San Ambrosio la expresión «inmaculata ex maculatis», coincidente con lo dicho por el Papa Benedicto XVI: «santa y compuesta por pecadores».
Respecto al nombre de Reyes Católicos, el título les fue dado en 1496 por el Papa Alejandro VI, de la familia Borgia o Borja de origen valenciano. Las razones aducidas fueron las siguientes: la liberación de los estados pontificios y del feudo papal del reino de Nápoles, invadidos por el rey Carlos VIII de Francia. Las virtudes personales de ambos Reyes. La reconquista de Granada de manos del Islam. La expulsión de los judíos que no hubiesen aceptado el bautismo en 1492. Los esfuerzos realizados por ambos monarcas en intentar llevar adelante la cruzada contra los mahometanos.
Perfectamente podría haber añadido la profunda reforma llevada a cabo por el cardenal Cisneros, que permitió a la Iglesia española afrontar el terremoto de la Reforma luterana con pocos daños colaterales y el sincero interés en cristianizar las tierras que descubrió Colón.
Francisco Javier García Alonso
Oviedo
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