Arboledas
Recordatorio. Nobles héroes de la ciencia, en lugar de bárbaros héroes del sable.
Alberdi
Guardamos (os lo reiteramos), guardamos desde niños (ya ha llovido) preciosos recuerdos de los árboles que hemos amado/amamos. ¡Cómo olvidar el cerezo plantado por nuestro abuelo materno en el huerto de casa! ¡Cómo no recordar sus hermosas flores, sus cerezas exquisitas!
Desde renacuajillos queremos a los árboles, a todos los árboles. En especial, claro, a aquéllos con los que cada cual en su caso particular fuimos creciendo, ¿verdad? ¡Ay, las alamedas cómo sosiegan el espíritu! A media tarde de ayer (18.44 horas) dimos una corta caminata, Natalia, con tus «Maty», «Freddy» y «El Principito», por una arboleda que tenemos cerca de casa. No sólo lo necesitábamos físicamente, sino más, muchísimo más, dentro, muy dentro del alma.
Amables lectores, disculpad el desahogo de la presente «Tacita». Muchas gracias. Besos, María Aurora. Despedida y cierre. Érase una vez.
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