El plan nuestro de cada día
Más de la mitad de los hogares españoles desde hace un tiempo están teniendo enormes y serias dificultades para sobrevivir. No tienen suficientes ingresos económicos para terminar el mes. Y la cifra, por desgracia, va en aumento.
Esto quiere decir que el vecino del tercero, el pensionista de la casa de enfrente y el pequeño tendero de la esquina se las ven y se las desean para poder hacer frente a los más elementales gastos que originan a diario sus vidas. Es una mayoría silenciosa, alicaída y desmoralizada.
Estamos tan preocupados por los test de resistencia bancaria, por las primas de riesgo, la inestabilidad de los mercados y el pago de la deuda, que se nos pasa desapercibido que la crisis tiene un frío rostro para la gente sencilla y que suele ser la más auténtica. Y es la de los que no tienen condiciones para llegar a fin de mes con un mínimo de dignidad. Un drama que quienes no lo conocen no son capaces de valorar en su justa medida, pero que sí nos tiene que hacer reflexionar a todos sobre lo mal que se ha hecho –y se sigue haciendo– para llegar a esta situación.
Más allá de la compasión y las lamentaciones deberíamos asumir que estamos ante cientos de miles de tragedias personales y familiares. Y que ante ellos, todos los pronósticos, los análisis socioeconómicos y las soluciones que se están aportando no están sirviendo de mucho.
Tampoco va a consolar demasiado que el alcalde de Madrid, cuyo Ayuntamiento tiene una deuda con la sociedad española –sí, digo bien, con la sociedad española– de más de 7.000 millones de euros, pretenda optar por tercera vez a organizar los Juegos Olímpicos para 2020 (la primera vez los llevó Londres para 2012, y la segunda, para 2016, los ganó Río de Janeiro).
Bueno, esto sí que si se consigue puede ser una solución que dará mucho ánimo a un gran número de familias necesitadas.
José Antonio Gutiérrez González
Piedras Blancas
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