A todo el pueblo de Andés... y alrededores
De un tiempo a esta parte corre el rumor, por mi pueblo, de que entre los vecinos habita «un fantasma»... pero los hechos de los últimos días me han demostrado que no sólo uno, sino muchos... Cuentan que algunos de nuestros vecinos, en diferentes ocasiones y sobre las 5 de la mañana, se han encontrado a alguien caminando «sospechosamente» por el pueblo, pero en cuanto se cruza con un coche hace cosas muy raras: pone ramas en la cara, se tapa la cara, se esconde entre el maíz... Y no siempre por la misma zona... Con el paso de los días se empezaron a dar muchos nombres... pero al reparar en el aspecto de esas personas a las que señalaban, los cimientos de ese rumor tambaleaban: ¿es alto y robusto o es menudo y delgado?, ¿camina con soltura o tiene dificultades al andar?, ¿tiene cinturita de mujer o cuerpo de hombre?... Incluso se ha «fantasmeado» con la idea de que es el espíritu de «fulano». Señores, permítanme decirles que ojalá fuera así, pues hoy por hoy le tengo más miedo a los vivos que a los muertos. Pero en los últimos días han señalado a alguien muy cercano a mí como el «fantasma de Andés». Quiero a través de este medio retar a todas las personas que han osado a levantar tal calumnia, a que aclaren dónde, qué día y a qué hora han visto a la persona que dicen, ¡es muy fácil acusar desde el anonimato! Aclarar que en mi familia jamás nos hemos escondido, pues precisamente uno de nuestros fallos es que nunca hacemos nada «a la chita callando», todo lo contrario. Y ya les digo yo que «líbreme Dios del agua mansa, que de la brava ya me libro yo...». Es más, sepan ustedes que por suerte o por desgracia, en mi casa convivimos con personas enfermas, lo cual es conocido de todos, y precisamente en las noches no tenemos tiempo libre para «andar paseando». Seguro que todos conocen el mandamiento que dice: «No levantarás falso testimonio ni mentirás»... pero claro, una cosa es la teoría y otra la práctica. Pues amigos, de nada sirve cumplir religiosamente cada semana con los oficios, o ir a misa el día de la fiesta del pueblo, si después no aplicamos la teoría en nuestra vida diaria...
Todo ha comenzado como un rumor, pero el honor es algo muy valioso, motivo que ha hecho que el asunto haya tomado tintes legales, de manera que si todos somos tan valientes para hablar sin pruebas, también lo seremos para responder ante la ley de nuestras palabras, ¿no? Sepan ustedes que están hablando de alguien que ante todo es hija, madre y sobre todo persona... y por eso yo como su hija orgullosa que estoy de serlo, escribo estas líneas. Líneas que seguro darán que hablar, pero les aseguro que es preferiblemente que hablen de una realidad, como lo es esta carta, que de algo irreal.
Silvia Pérez Suárez, Andés (Navia)
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