Sin pincho en el aeropuerto
Hacía tiempo que no volaba desde el aeropuerto de Asturias. La prontitud del vuelo hizo que me despachara en casa un café bebido con la esperanza de matar el tiempo en la terminal leyendo LA NUEVA ESPAÑA y desayunando un «cafetín» acompañado de un «pinchu de pollo» –suerte de montadito de pechuga de pollo rebozada, mayonesa y una hojina de lechuga–, un símbolo más de la identidad asturiana.
Cuál no sería mi sorpresa al ver que se había modificado la cafetería, y que la bonita barra con forma de línea poligonal y madera barnizada de color granate había desaparecido casi en su totalidad, sustituida por una vitrina fría e impersonal, a la cual nos acercamos en fila de uno con la bandeja. Ya no lo gestiona la misma empresa.
Ni rastro del pincho, suspiré. Busqué, en la cafetería del fondo, el puñetero pincho, lo hallé... había pincho... pero sin mayonesa, ni frito, con tomate y pechuga fina como un folio. El área de restauración ha perdido la personalidad. Supongo que es inevitable, pero es triste. Sólo espero que los sueldos del personal estén a tenor de lo que me cobraron. ¡Ah!, y que haya camisetas del Oviedo en la tienda de recuerdos.
¡Viva el pincho de pollo!
Rosa María S. Cueto, Oviedo
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