Especular con sidra a través de sus etiquetas
El certamen de coleccionismo que hubo los días 23 y 24 de julio en Sariego, Asturias, deparó sorpresa para algunos coleccionistas, así como el desencanto para los que somos sidreros.
Los tiempos que corren están hechos para los listos sin escrúpulos, la especulación del suelo, de los «bonus bancarios», de los pisos, de todo aquello que se nos ponga por delante con el único fin de comprar a 5, y, acto seguido, revenderlo a 15, 20, a lo que dé el mercado.
Paré el otro día en Sariego, pues tenía una comida familiar en Rodiles con unas treinta personas, y solicité si me vendían diez cajas de sidra de una marca conocida que se había embotellado para el evento, según me informó el lagarero, aunque el etiquetado pusiera un motivo buscado por el coleccionista de etiquetas de sidra. Mi sorpresa llega cuando dicen que solamente tienen cinco cajas y que no compraron ni las diez, que si es por lo de las etiquetas ellos tienen hechas quinientas para vender, eso sí, me venden la botella de sidra a tres euros (no les parece bastante el margen de compra en el llagar, quizá menos de un euro hasta los 2,30 o 2,50 que cuesta en sidrería y escanciándotela, sino que piden tres, y no hay problema, pues si no quieres llevar la sidra, te venden la etiqueta también a tres euros). Está bien que se realice un etiquetado conmemorativo y se saque una ayuda, al margen de la subvención correspondiente o facilidades que da el Ayuntamiento, pero creo que esto es desprestigiar la sidra en sí. Al final tiene más precio el continente que el contenido; al final lo que importa es la etiqueta y meter perres en el bolsu, y lo de menos es la sidra. Ésta es la línea que están marcando algunos obsesionados en el coleccionismo, llegando a hacer etiquetas con lote, con la marca del lagar, con algún motivo, alguna como la que sale en la revista «La sidra para una folixia», poniendo de motivo «Berto», el trasgu que identifica la fiesta de la sidra de Gijón, etiquetas que en muchas ocasiones nunca se pegaron a una botella de sidra, o sidra que al final no es del lagar, pues casi siempre el lagarero ni las hace, ni las ve, ni las pega a sus botellas.
No sé si Hacienda vendrá un día y dirá al lagarero que cuántas otras botellas vendió fuera de facturación o dónde está la factura de 500 botellas de sidra que se etiquetaron para determinada fiesta, aunque al final fuesen cinco cajas.
Por nuestra sidra creo que debemos ser más rigurosos con nosotros mismos y por los coleccionistas, entre los que me incluyo, estas prácticas de algunos en tener o poseer algo que los demás no tengan, aunque se deba a que llegaron tarde a la historia de las etiquetas, nos está llevando a un desprestigio, a una mala praxis en los dos aspectos y está salpicando a algo que no debemos consentir y por eso hago esta denuncia, porque para mí lo primero es la sidra.
Manuel G. Busto, escritor en varias revistas especializadas en sidra, catador y presidente de la asociación Nuestra Sidra El Tayuelo
Oviedo
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