A Benedicto, «el de Noceda»
Querido amigo: Aunque te fuiste sin mi permiso, no por eso te borraste de mi corazón, de mi recuerdo, de mi amistad, ya que no eres responsable de ese viaje a la eternidad, sino que fue Dios, que te llamó, para hacerle compañía.
He ahí la marcha del reloj del tiempo, e imitando burdamente al poeta, «burla burlando», van dos años por delante..., sí, ya han pasado dos años de añoranza.
La diferencia entre lo material y lo espiritual es que lo material tiene un valor temporal y lo espiritual tiene valor infinito, y tú te mueves en este territorio de amor infinito, de trabajo infinito donde puedes llegar tan lejos como te lleven tus sueños, mientras que aquí, en este mundo que tú dejaste, el amor es miope, el trabajo una quimera y los sueños vale más no tenerlos, ya que suelen ser pesadillas de esas que te caes y no puedes levantarte.
Tú ahí debes de estar muy ocupado con la caza y protegiendo a tu querida familia, y por eso, aunque el tiempo es eterno, no encontraste momento para enviarme un e-mail a mi correo electrónico para ver si con los divinos consejos podemos meter en vereda a estos políticos d de mente corta y desorientados que ya no conocen los puntos cardinales.
Bueno, ahora, aquí, en Asturias, va a gobernar tu amigo Cascos (ese que fue compañero alguna vez de caza tuyo y de Patallo, que con Eloy fuisteis los mejores cazadores que he conocido) y también va a arreglar el guirigay que hay en la pesca, pues cuantas más leyes y reglamentos piensan los sesudos..., menos salmones llegan a nuestros ríos.
En fin, Benedicto, nosotros, amigos y familia, no te olvidamos, y todos los 10 de cada mes te traemos a nuestra presencia, más el 10 de agosto, día fatal porque te fuiste de nuestro lado material.
Pedro Óscar Buelga Díaz, Oviedo
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