Sí a las barracas en la Losa
En relación con el escrito de Carlos Díaz-Varela del pasado día 12 sobre la instalación de las barracas en la Losa por San Mateo, como vecina afectada quisiera aportar mi opinión. En primer lugar, sorprende su preocupación por la situación del pavimento, colocado en su día contrarreloj y con evidentes fisuras a las pocas fechas de su estreno, al que hay que añadir una década de realización de eventos que progresivamente han dejado de un estado lamentable. Sorprende, asimismo, su vaticinio apocalíptico sobre las consecuencias de un accidente por la cercanía de la estación y viviendas.
Las instalaciones de los feriantes, como cualquier otra actividad de elevado riesgo de accidente, tienen normas muy exigentes de obligado cumplimiento y de hecho los accidentes son infrecuentes aunque su eco mediático tenga amplia resonancia. Soy una persona mayor que ya disfrutó de las barracas en el campo de maniobras y durante muchas décadas no recuerdo de accidentes serios en Oviedo ni por la Ascensión o San Mateo.
El señor Díaz Varela escribe como vecino de la Losa y muestra su queja. Yo también soy vecina y en mi contacto con otras vecinas no he percibido oposición a la instalación de las barracas salvo algunos matices fácilmente subsanables.
En cuanto al ruido, le invitaría, para comparar niveles de decibelios, a pasar una tarde de las fiestas en la calle San Juan, próxima a la Catedral, donde reside un familiar mío. Desde las 5 de la tarde, primero con ensayos de orquestas y después con las actuaciones en directo, resulta imposible leer, hablar, ver televisión o conciliar el sueño, sin embargo año tras año se sigue utilizando la plaza de la Catedral para actos de San Mateo en aras a un interés general, obviando las quejas del vecindario, sin entrar en otras consideraciones por el marco que ocupan ante la misma Catedral. Según su teoría, las instalaciones de las barracas deben suprimirse de las fiestas tradicionales a menos que se ubiquen a considerable distancia de los núcleos urbanos con la consiguiente ruina para los feriantes.
Finalmente, le quiero recordar que en dos «santuarios» intocables en Oviedo como la plaza de la Escandalera y el propio Campo San Francisco albergaron en otro tiempo las barracas sin que los ovetenses de entonces clamaran contras sus incomodidades o posibles destrozos. Cada vez se recortan más los días dedicados a San Mateo, se han reducido las horas de funcionamiento de las barracas, se ha disminuido los niveles de música ambiental, creo que debemos aportar todos un esfuerzo de tolerancia que haga posible para los niños ovetenses disfrutar del próximo San Mateo.
Históricamente, las barracas se han instalado en centros urbanos de los pueblos, villas y ciudades de nuestro país y han constituido tradicionalmente el número más disfrutado de las fiestas por encima de espectáculos deportivos o folcklóricos. Oviedo tiene desde hace décadas un problema que las sucesivas corporaciones han sido manifiestamente incapaces de resolver: la disponibilidad de un recinto ferial que evite la errática ubicación de las barracas y el exilio ferial de la Ascensión a Llanera.
Han desaparecido La Herradura, el hípico y los toros, a los mayores sólo nos queda de las fiestas mateínas como atractivos el Día de América y asistir con nuestros nietos a las barracas. No permitamos que desaparezca otro emblema que fue consustancial en San Mateo, por la queja de unas docenas de vecinos, que en absoluto representan la vecindad de la Losa, en detrimento de miles de ovetenses.
María Antonia Sanz Traviesas
Oviedo
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