El alcalde Rey y sus trucos
A John M. Keynes, influyente economista británico del pasado siglo, se debe la conocida frase «Es la economía, estúpido», que sirve de arranque para la reflexión con la que intenta abrir grietas para la entrada de luz en el opaco imperio que ejerce el poder financiero sobre la política en los estados capitalistas.
Hace unos días, el alcalde de Grado, Antonio Rey, queriendo hacer alarde de «erudición y responsabilidad» política ante sus ciudadanos, a través de la prensa amenazaba un panorama poco prometedor para el estado de bienestar de los vecinos, cuyo futuro ponía en cuestión debido, según él, a la elevada deuda municipal que padece el Ayuntamiento de Grado.
Sin embargo, nada más lejos de la realidad, pues de lo que trata Rey, una vez más, es de trucar los hechos, confundir al ciudadano y ocultar errores propios.
No es la deuda municipal; es la disminución de ingresos corrientes el auténtico problema que asfixia la economía del Ayuntamiento moscón, consecuencia de haber vendido los servicios públicos más rentables para las arcas municipales. Únase el derroche de gastos en los cuatro últimos años, efectuado sin control y aplicando intereses electoralistas, lo que ha conducido a un déficit, o remanente negativo, cercano a los dos millones de euros al final del ejercicio 2010.
Es de la manera siguiente, y no de otra, como opera la derecha de Grado cuando gobierna el Ayuntamiento: pone en venta el patrimonio público, comienza por deshacerse de los servicios municipales más rentables, practica generosas prerrogativas a empresarios amigos o afines, deja el Ayuntamiento sin ingresos y remata la jugada echando balones fuera, al cargar sobre la deuda su nefasta política de expolio público.
Este afán que expresa el alcalde Rey para insultar a la inteligencia de los ciudadanos, sólo lleva a una duda razonable. ¿Tomará por estúpidos a todos los moscones, o sólo a sus votantes?
José Sierra Fernández, ex alcalde de Grado
Grado
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