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Leña al autonomo hasta que aprenda el catecismo

24 de Agosto del 2011 - maria gracia laviana garcia (gijon)

Un atropello me trajo hasta aquí. El de quien debería protegerme, mi propio Ayuntamiento de Gijón y el de una empresa que se llama a sí misma constructora, aunque sería más correcto llamarla destructora-invasiva. La segunda le paga al primero y a su vez yo, como autónomo, pago por los cuatro costados a todo Dios. Ya perdí la cuenta de todo lo que pago y a cuántos. Hasta el punto de que esta vez pagué hasta con mi propio dinero en pérdidas de euros lo que no me correspondía y tras dos denuncias a la Policía y otra en urbanismo sin hacerme ni puñetero caso, entendí que con el beneplácito de ambos. Todo empezó con un par de vecinos del portal adosado a mi negocio, que después de mas de veinte años sin saber ni importarles el color del suelo que pisaban, les entró repentinamente un «apretón», un extraño «afoguín» y decidieron reformarlo. En principio la reforma de un portal no tiene por qué causar perjuicio ni molestias a nadie más que a los propios habitantes del inmueble (y a veces ni eso), si la empresa contratada para tal efecto está preparada como es debido y los obreros saben hacer su trabajo. No fue éste el caso. El 6 de junio llegó «el equipo A» tomaron 12 metros de calle con un contenedor de 4 metros, caseta de obra como un cortijo y altas vallas anunciadoras de ellos mismos tapándome a mí, y a mi negocio, casi hasta el enterramiento... hasta la extinción comercial. Una total desproporción para poner una rampa, un espejo y cambiar las baldosas. La obra estaba previsto que duraría un mes; estamos a 25 de agosto y esto da pena verlo... esto y yo. Tanta pena doy a todo el mundo menos a ellos, que mi propia competencia me manda clientela haciéndoles un plano y ni así me encuentran. Sigo hablando en presente –aunque me gustaría que ya todo fuese pasado– presintiendo que además tendré que hablar también de futuro, porque hace como dos semanas que desaparecieron (por un lado, todo un alivio para mis oídos y mis pulmones) y dejaron el tenderete aquí delante y el portal a medio terminar. Está acabando mi esperado verano y sigo aquí castigada, con el mismo panorama: toldos polvorientos, sacos cargados de escombros y casetas innecesarias; el trozo de fachada adosada a mi escaparate con el cemento visto.. en una calle que da a la playa, todo un lujo en estos tiempos de crisis (impensable en San Sebastián o en Cataluña, por poner un ejemplo) y desperdicio de aparcamientos y paseo, indignada de ver con qué falta de ética venden nuestras calles y dejan que nos fulminen a los que necesitamos de ellas para que nuestros clientes paseen, nos vean, sientan el impulso de entrar, mirar y Comprar. Ignoro cuánto estarán pagando en dinero, los de este portal por los caprichos de un par de vecinos (solo sé lo que me están quitando a mí, sin comerlo ni beberlo); pero para que el Ayuntamiento haya sido consentidor de tal estrago y hayan callado como «afogaos» sin dar respuesta a mis reclamaciones e incluso súplicas, que ni tan siquiera han venido a comprobar cómo tras esas vallas hay únicamente un saco de arena y basura, y la enorme caseta que tapa la calle no es utilizada por nadie, no debió ser poco. Aunque para cualquier alcalde inteligente de cualquier ciudad que aspira a ser turística todo el oro del mundo es poco antes de entregar en pleno verano un solo trozo de su ciudad a nadie y mucho menos atendiendo a los caprichos de una vecina (...) y un prejubilado(...). Ahora este par de... vecinos quieren que cambien la rampa porque la que hay no les gusta... Eso significará por lo menos otro mes más de tenderete tapando mi negocio, porque habrá que picar nuevamente y cortar baldosas frente a mi puerta otra vez. Porque prefieren (como tontos) que los trabajos para Reformas dentro de su portal se hagan en la vía pública, es decir, tras el polvoriento verano un largo y gris otoño. Me dan taza y media por protestar. Antes del invierno sus ojos verán el esperado «se traspasa» colgado en mi puerta. Es macabro que siendo otro el objetivo, esto haya sido lo que finalmente les salió redondo... porque la reforma, el portal y la rampa, francamente, les importa un bledo. Si la nueva alcaldesa, permite que el colesterol «malo» invada las arterias, como deja que cualquier chiflado haga suyas nuestras calles... y fulmine nuestros negocios, sus pacientes lo llevan claro.

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