Ojalá se convierta en realidad
Recordatorio, de recordatorio de recordatorios: Conducir a tontas y a locas es archisabido lo que trae tras sí. Todo hombre anhela ser el primero, aun entre los iguales. Verbigracia, queremos ser superiores de una manera o de otra a cuantos nos rodean. La historia de los hombres apenas es otra cosa que el terror a la inferioridad. Séneca.
Qué bien, pero ¡qué requetebién! Vamos, ¡qué aplausos, no, qué ovaciones! Sí, apretadísimas ovaciones a más no poder. Verbigracia, los fallecidos a causa de accidentes en carretera durante estas recientes pasadas vacaciones veraniegas han sido menos que nunca (según soñó este escribidor durante «la sacrosanta» que esta tarde acabamos de meternos entre pecho y espalda).
Procede recordar que lo de conducir (algunos) con exceso de la velocidad autorizada y sobreabundancia de alcohol permitido en sangre, o sea, a tontas y a locas, y ¡zas!: así pasa lo que a veces pasa...
Amables lectores, la «Tacita» nos dice que vayamos por hoy al punto final con las ovaciones enunciadas en el título de estas breves líneas. Despedida y cierre, pues. Érase una vez.
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