El ciclo de los nutrientes económicos sindicales
Parece ser, según las últimas informaciones aportadas por este medio, que el ciclo de los nutrientes económicos sindicales y empresariales comienza en el bolsillo del contribuyente, vía impuestos, para terminar en las arcas de estas organizaciones por el conducto de la concertación social, después de pasar por un silencioso y oscuro proceso de reparto al margen de quienes pagamos sus facturas y nóminas. Claro, somos menores de edad y no entendemos según qué cosas.
Y es como para no entenderlo. Resulta que, mientras el ciudadano medio sufre los rigores de la mayor crisis económica de los últimos cuarenta años originada por los sistemas financieros internacionales y nacionales, las dos organizaciones sindicales mayoritarias y la Federación Asturiana de Empresarios esquilman los escasos recursos económicos regionales, con el beneplácito del gobierno de turno, a través del llamado Acuerdo por la Competitividad, el Empleo y el Bienestar de Asturias (ACEBA). Acuerdo al que Cascos piensa seguir contribuyendo económicamente. Después criticarán las políticas de Areces y Zapatero en esta materia.
Los millones se los llevaron crudos pero el acuerdo se manifestó, a juzgar por el resultado, absolutamente ineficaz, deberían haberlo llamado Movimiento Oscuro Monetario por la Incompetencia y la Ociosidad (MOMIO).
El caso era mantener calmadas a las fieras. Ahora nos explicamos el porqué de tanta pasividad y contemporización con el poder político dirigente ante el desastre del desempleo que nos fue azotando día a día como una gota de ácido desde el año 2008 y que todavía, a día de hoy, sigue calando en el tejido social. Después, montan el tardío paripé de una desastrosa huelga general. ¿Dónde quedaron los sindicalistas de verdad a los que la lucha obrera llevó a las cárceles franquistas? ¿Dónde los sindicalistas de izquierdas? Alguno, por desgracia, ya muerto.
Todos los liberados de CCOO y UGT, iros a paseo.
Y pensar que los indignados del 15 M no son capaces de alzar la voz pidiendo a nuestros gobernantes que estas organizaciones sociales sean sufragadas por sus afiliados, no por nuestras cotizaciones fiscales, y no se les permita patrocinar cursos, cursillos y otras zarandajas que solo sirven para justificar lo injustificable. ¿Para qué sirven la Universidad y los Ministerios y Consejerías de Trabajo y Educación? Dejémoslo ahí.
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