Una batallita (otra) por el mismo precio
Recordatorio. Los mejores libros son aquéllos que quienes los leen, creen que también ellos pudieron haberlos escrito.
Pascal
Ayer hemos estrenado (regalo de nuestra hija y su marido) una butaca que venía embalada con dos palabras: «Asiento director». Muchas gracias, pero el arriba firmante no es director absolutamente de nada. La banqueta en la que veníamos sentándonos ante el ordenador no la meteremos en el cuarto trastero, no. Aquí queda junto a nosotros, cerca, cerca, al alcance de nuestras manos para poder acariciarla...
Por lo demás, y puesto que todo os lo contamos (bueno, casi todo), deciros que nosotros, a los 17 años fuimos madrugadores, madrugadores en «todo», al extremo que alguna noche que otra (entrando por la puerta de atrás) ya «mojábamos» pagando 26 pelas en el chalé de la señora Marcela, buena persona entre las buenas en Fozaneldi, Oviedo. Por las tardes, en verano, íbamos a bañarnos al riachuelo de El Montiquín, donde pescábamos cangrejos de río. ¡Ay, qué tiempos aquéllos que no volverán, mecachis en la mar! Nos referimos a bañarnos en pelota picada cuando adolescentes. Ya llovió. Despedida y cierre. Érase una vez. La primera vez que este escribidor teclea sentado en un «Asiento director»... De él tendrá que venir a casa, 21.14 horas exactamente de hoy (ayer» la Guardia Civil a levantarnos...
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