I love Angliru

5 de Septiembre del 2011 - Manuel Álvarez (Gijón)

Estoy seguro de que cualquier persona que se haya parado un poco delante de la tele el domingo pasado a mirar la etapa del Angliru sintió admiración o, cuando menos, profundo respeto viendo a esos tíos subiendo por ahí. Si además le gusta el deporte y sabe de qué va eso de la jerarquía física y el esfuerzo al límite, entonces toca emoción a raudales. Y si encima tiene la suerte de ser asturiano, y sentirse parte de ese entorno tan grandioso, tan bestial, tan abierto y tan cerrado, tan cariñosamente agobiante, y tan ferozmente fiestero, es decir, tan asturianamente asturiano, pues entonces uno se echa para atrás en el sofá, se pone las manos detrás de la nuca, y hala, a gozar.

Hay gente a quien la palabra ciclismo ahora le suena a estafa, sangre envasada y perdición de jóvenes. ¡Ah!, y a dinerín o, mejor dicho, dinerazo del gordo, que no se me olvide el ingrediente obligado en cualquier ensalada maliciosa. Tampoco ayuda el aspecto demacrado de los ciclistas, que más que atletas, apetece darles un bocadillo y una palmera de chocolate para que no se los lleve el viento. Los pobres, a pesar de su corazón de 40 pulsaciones por minuto, tienen una pinta cuando están en forma que da pena verlos. Hace poco tuve el honor de conocer a Samu Sánchez, el maquinón local, y al darle la mano lo agarré fuerte, no fuera a ser que se lo llevara el Nordestín tierra adentro.

Pues, bien, el espectáculo que dieron estos tipos, ayudados por un entorno mágico, irrepetible quizás, tuvo momentos de llorar de emoción. Gente animando al límite, pero ni uno de ellos faltón (Tour, apunta), policías al loro, motos paradas porque no podían subir por ahí, cámaras en K.O., árboles y más árboles, helechos, hórreos, banderas, cuneta, maleza, nubes pinchadas en el monte, hasta un mono en el asfalto. Sólo faltó un oso o un Nuberu, y don Pelayo para dar el premio. Ni el Tour con sus paisajes lunares, ni nada. Qué coctel, el de bici y Asturias a todo trapo. Qué pasada, hermano.

Estoy seguro de que muchos de esos supertipos que iban ayer dando cunetazos de un lado para otro, buscando piñones extra donde ya no había más, habrán pensado: «Joder, que sitio más guapo para estar pasándolas tan putas». A pesar de ir retorciéndose y mirando al asfalto, apuesto a que muchos querrán volver algún día para subir por ahí tranquilos, a disfrutar de la esencia del ciclismo, lo que a ellos les enganchó de chavales. La bici, las piernas, tu rollo y el paisaje, droga dura no detectable en el control antidoping, pero que representa la única explicación a que estos tipos aguanten lo que aguantaron en el Angliru.

He de dejar claro que estoy a favor de todo control racional y no agresivo de los deportistas en general, que evite la trampa y la autodestrucción de sus organismos. Pero también digo que esto es como la hipocresía del circo de los romanos. A éstos los considerábamos unos verdaderos cabrones por disfrutar viendo cómo un león se comía a un tío, pero hoy los ciclistas se vuelven a subir a la bici, en vez de quedarse en la cama con un caldín, que es lo que tendrían que hacer, y lo que harías tú. Y pasado, y el otro, y el otro…

El colmo, para completar el guión, es que va y gana en plan épico Juanjo Cobo, héroe desconocido, desde atrás y con un par, dejando la Vuelta en casa, que Asturias es la casa de todos. Un chaval humilde y que se creía perdedor, que decía que iba a dejar la bici. Un jabato, como el de la novela, también cántabro, vecino de nuestra casa. Entrenará por Palombera, que tampoco está mal, hombre, pero me juego a que subirá mil veces más con sus amigos el Angliru y disfrutará las mil veces, mientras el cuerpo aguante. Enhorabuena y gracias, chaval. Solo faltaba que segundo hubiera quedado Brad Pitt.

Manuel Álvarez, Gijón

Cartas

Número de cartas: 46000

Número de cartas en Septiembre: 104

Tribunas

Número de tribunas: 2086

Número de tribunas en Septiembre: 8

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador