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Un ataque en toda regla, señora Moriyón

8 de Septiembre del 2011 - José Antonio A. Flórez (Oviedo)

Las elecciones municipales y autonómicas del pasado 22 de mayo han producido en el Principado de Asturias un vuelco político de dimensiones considerables. Digamos que, en gran medida, los ciudadanos, hartos del gobierno de una izquierda caduca, antigua, de otro tiempo, han dicho «basta» y se decantaron por airear la casa relegando a la oposición a aquellos que han hecho una mala práctica política, unos por acción y otros por omisión. Es decir, por contarlo más explícitamente: han jubilado tanto a los malos gobernantes como a aquellos otros que han escenificado una cómoda posición de perdedores en su placentero papel de oposición. El cataclismo electoral ha tenido serias consecuencias en las dos principales ciudades asturianas, en las que el voto soberano ha retirado las adhesiones inquebrantables que parecían una pesadilla interminable. Fruto de estos cambios, usted ha llegado a la Alcaldía de Gijón, no sin sorpresa, y, tras el aturdimiento inicial, los perdedores pronto han comenzado a reorganizarse y es así que, en las últimas semanas, usted está recibido un ataque artillero en toda regla obedeciendo a una logística que para sí quisiera el mejor Ejército del mundo.

Vamos al grano: la atacan con furia inusitada, pausando los tiempos, porque, según ellos, usted incumple la ley de Incompatibilidades. La atacan desde unas posiciones de privilegio, utilizando los medios de comunicación, tanto de prensa escrita como audiovisuales, gozando de páginas muy atractivas, que confieren mucha notoriedad a los autores de esas acusaciones. Y la atacan todos: los perdedores del antiguo régimen, esos que se dicen de izquierdas y aquellos que dicen estar aún más a la izquierda; la atacan otros, que se dicen de derechas y hacen causa común con los anteriores, en lo que no deja de ser una extraña alianza; y por último, la atacan otros que, a fuerza de no ofrecer nada, en sucesivas convocatorias electorales, se han convertido en fieles representantes de las mal llamadas fuerzas extraparlamentarias, es decir, en representantes de la nada.

Quien suscribe, simple ciudadano de a pie, quiere aclarar que no es votante de su formación política, por lo que día tras día, durante las últimas semanas, ese ejército de perdedores ha vertido contra usted. Veamos: incurrir en compatibilidades, en relación con el ejercicio político de su cargo, sería recibir emolumentos por cualquier actividad privada que usted pudiera desarrollar. Es evidente que eso no sucede, puesto que esas actividades, declaradas por usted, con luz y taquígrafos, en relación con el ejercicio puntual de la cirugía, de manera altruista, o la impartición de lecciones magistrales, con carácter esporádico, también de manera altruista, relacionadas con su especialidad profesional, no suponen ilegalidad alguna, por más vueltas que le den sus adversarios políticos, que más bien parecen enemigos. Es más, sus actividades privadas se identifican plenamente con las que cualquier persona puede prestar a una ONG, desinteresadamente, sin incurrir en posibles incompatibilidades en relación con su cargo político o profesional.

Estos acusadores se sienten imbuidos de autoridad ilimitada y creen poder imponerle todo tipo de condiciones, incluidas aquellas que afectan a lo que usted puede hacer con su tiempo libre. Es decir, no sólo quieren controlarla en su acción política, que es legítimo, sino que se creen autorizados para decidir qué puede o qué no puede hacer usted en sus horas de asueto. Fíjese: una concejala de la oposición, en el Ayuntamiento de Gijón, en una afirmación de cinismo inadmisible, manifestó que dudaba de que usted, en su ejercicio puntual de la cirugía, no cobrase por ello. Mire, señora alcaldesa, algunos de los que la atacan, injustamente, están escasamente legitimados; dicho de otra manera, no están investidos de «auctoritas», ya que son los mismos que encarnaron la mala práctica política de anteriores mandatos, mala práctica que ha tenido funestas consecuencias para los asturianos. Es decir, quienes la atacan con más furia son aquellos que dieron cobertura política a quienes malgastaron tanto dinero público que, pese a la crisis, de haber gestionado mejor, no hubieran tenido que cebarse con los sueldos de los funcionarios o de los pensionistas, colectivos a los que han empobrecido hasta extremos inusitados, un caso único en la historia de España. Son los mismos que, en su ciudad, hacen causa común con el responsable de un fiestorro, que nadie sabe qué aporta de bueno a la ciudad de Gijón, que nadie quiere cerca de su casa, habiendo permitido que el tal señor se cebase con el rector de nuestra Universidad por defender éste las instalaciones del campus universitario de Gijón, instalaciones que hubo que vallar, con un alto coste económico, para evitar que un espacio de excelencia educativa se convirtiese en un «meódromo». Son los mismos que están vinculados políticamente a quienes han llenado el suelo patrio de chiringuitos para repartir canonjías entre sus acólitos; y, por poner un solo ejemplo, recordemos la frase de un famoso director de uno de esos chiringuitos, quien se negó a declarar su sueldo (mejor «sueldazo») ante una representación parlamentaria de los asturianos diciendo que su sueldo era «público, pero no publicable». ¿Recuerdan esta lapidaria frase? De la misma cocina salió el fiasco de Venturo XXI (pregunten a los pobres desempleados de esta empresa fantasma). Son los mismos que no hicieron lo debido ante el monumental y reciente escándalo, sub iudice, de la administración educativa asturiana; los mismos que políticamente están vinculados a los responsables de los inadmisibles sobrecostes de las obras del puerto del Musel o del HUCA. Son los mismos que, por omisión, durante muchos años, en aras de una libertad asemejada a un libertinaje insufrible, no activaron los mecanismos correctores de carácter público para evitar que nuestros jóvenes o niños beban sin control, a cualquier edad, en cualquier calle, o cualquier hora, hipotecando su futuro y creando múltiples problemas de salud y de convivencia. En fin, son los mismos que, durante muchísimos años, han abandonado a los maestros a su suerte, permitiendo que el clima en las aulas contribuyese a menoscabar la autoridad del profesor, en perjuicio de todos: de docentes, de discentes y de la sociedad en general.

Señora Alcaldesa: usted siga gobernando con sosiego, con mesura, entregada noblemente a la cosa pública, con transparencia, como ha hecho hasta el momento, porque, pese al poco tiempo que lleva como regidora, ya ha tomado decisiones sensatas, con sentido común, en beneficio de los habitantes de su municipio. Su estilo, sencillo, templado, gusta a mucha gente, aunque es lógico que no guste a los perdedores. Un estilo que no pasa desapercibido. Es una música que suena bien. Y siga regalando vida y excelencia, en favor de las mujeres y en beneficio de la ciencia, en el libre uso de su tiempo de asueto, al que tiene derecho. Es un hecho que la honra. Sus gestos, de hondo contenido ético, la agrandan en lo personal; de modo que persevere en ellos, porque son un ejemplo dignísimo para los gijoneses y para el resto de los asturianos.

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