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El precio político del agua

13 de Septiembre del 2011 - Francisco Manuel Domínguez Menéndez (Avilés)

Para todos el agua y que no importe ni el idioma ni el dios ni la frontera, ni la sed ni el color ni la bandera. Último terceto del soneto "Brindis" de Enrique Gracia Trinidad.

La culpa de todo la tienen la ducha diaria y la lavadora. Mira por donde, todo lo que parecían signos de prosperidad, modernidad y bienestar, son los culpables del negocio del agua para unos, de luchas políticas para otros y de alergias dolorosas e infinitas para los demás, que somos todos.

Claro, desde que los hogares españoles se convirtieron en pequeñas industrias domésticas robotizadas y a los españolitos se nos dio por esterilizarnos la piel, se disparó el consumo de agua, a pesar de los esfuerzos de la industria blanca por reducir los excesos, de los poderes públicos por crear conciencias economicistas y las asociaciones protectoras del medioambiente por meternos el miedo en el cuerpo. Total, que todo este derroche de energía intelectual no sirvió para nada o, por ser justos, para poco. La cosa está donde la dejamos.

Y doña Ángela también, quiero decir que la regia Regidora de Castrillón está donde la dejamos, donde estuvo siempre: consumiendo los caudales públicos en alimentar el ego.

¿Pero qué ego tan insaciable tiene esta señora que no hay sentencia judicial que le haga rectificar conductas? Porque, no se crean ustedes, ciudadanos de Castrillón, que las actuaciones de esta señora tienen algo que ver con los principios ideológicos que ilustran las políticas de izquierda. No, señores y señoras, estos especímenes que pueblan el pequeño universo político municipal están fuera de cualquier doctrina filosófica. En su obscuridad mental, se creen la luz de la razón. Son la remanencia del despotismo ilustrado del siglo XVIII y ahí siguen instalados.

Ni acuerdos plenarios ni sentencias condenatorias, ni precariedad en las instalaciones, ni los peligros sanitarios que esta precariedad conllevan. Doña Ángela Vallina es la Alcaldesa absoluta y su comportamiento político se guía por la razón de los necios.

Como terapia para la liberación de esa terquedad malsana, aunque ya sé de antemano que el terreno es baldío, le recomiendo lecturas políticas del pensador inglés John Locke y del barón de Montesquieu. Su patología siempre quedará latente, pero la lectura le ayudará a reflexionar sobre su gestión y comportamiento público. Me da la sensación, doña Ángela, que el precio político del agua le va a salir un poco caro.

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