Asturias, también «principado cultural internacional»

Asturias es historia hispánica, enlazada con el título de Principado , personalizado en el heredero de la corona en cuanto que Príncipe de Asturias. Asturias conlleva historia social, al recaer en sus pobladores la realidad de vivir en el espacio inicial de una España de concepciones vivenciales innovadoras, en cuanto a la defensa de todos los prójimos, y espacio reconquistado para una más extensa Europa. Siendo muy importantes estos valores y raíz de otros que se podrían comentar, no queremos centrarnos específicamente en los mismos, sino a una complementación activa, realizada en su entorno. Nos referimos propiamente a los” Premios Príncipe de Asturias”, que desde hace treinta y un años se vienen propiciando y entregando en Oviedo, capital referencial del mencionado Principado. Estos premios están abiertos a los distintos y complementarios ámbitos de la cultura. Son real y estratégicamente, llamadas hacia la necesidad de dar primacía a las iniciativas de la cultura y sus esencias de paz y servicio a la humanidad. También los citados premios se abrieron y situaron en la red internacional o global. España demostró la inicial globalidad, mediante su épica y primera vuelta al mundo-globo terráqueo. Obviamente mantiene en su subconsciente el sentimiento “plus ultra”, para reconocer cualquier más allá y a sus componentes, constituidos en naciones diversificadas, junto con todo tipo de esfuerzos añadidos al mejor conocimiento de la dinámica terrestre biótica y – no biótica. A estas alturas, relacionables con los treinta y un años de ejecutadas concesiones de los Premios Príncipe de Asturias, no parece desmedido aseverar que Asturias es historia hispánica, enlazada con el título de principado, personalizado en el heredero de la Corona en cuanto que Príncipe de Asturias. Asturias conlleva historia social, al recaer en sus pobladores la realidad de vivir en el espacio inicial de una España de concepciones vivenciales innovadoras, en cuanto a la defensa de todos los prójimos, y espacio reconquistado para una más extensa Europa. Siendo muy importantes estos valores y raíz de otros que se podrían comentar, no queremos centrarnos específicamente en los mismos, sino en una complementación activa realizada en su entorno. Nos referimos propiamente a los premios «Príncipe de Asturias», que desde hace treinta y un años se vienen propiciando y entregando en Oviedo, capital referencial del mencionado Principado. Estos premios están abiertos a los distintos y complementarios ámbitos de la cultura. Son real y estratégicamente llamadas hacia la necesidad de dar primacía a las iniciativas de la cultura y sus esencias de paz y servicio a la humanidad. También los citados premios se abrieron y situaron en la red internacional o global. España demostró la inicial globalidad, mediante su épica y primera vuelta al mundo-globo terráqueo. Obviamente, mantiene en su subconsciente el sentimiento «plus ultra», para reconocer cualquier más allá y a sus componentes, constituidos en naciones diversificadas, junto con todo tipo de esfuerzos añadidos al mejor conocimiento de la dinámica terrestre biótica y no biótica. A estas alturas, relacionables con los treinta y un años de ejecutadas concesiones de los premios «Príncipe de Asturias», no parece desmedido aseverar que Asturias en este momento es, por el valor de los hechos y de lo hecho culturalmente, además de hispano-histórico Principado, «principado cultural internacional», en el contexto de la prueba demostrativa de globalidad terrestre realizada por España en su circunstancia. Los premios «Príncipe de Asturias» confirieron al histórico Principado la sustancialidad de que pueda ser considerado, valorado y, sobre todo, querido como Principado, además, «cultural Internacional». Entiendo que esta valoración internacional-global de unos premios a la cultura-estudio con pocos adjetivos es una realidad que conviene seguir consolidando. Asturias, patria querida global de todos quienes trabajan por las esencias nobles de la cultura y los conocimientos, debería ser el camino para seguir haciendo y descubriendo «plus ultras» de pensamientos y espacios; siempre al servicio de la tierra nacida de «príncipes españoles de la investigación geográfica y cartográfica».

El próximo octubre (el día 21) se realizará en Oviedo la entrega afectiva y mediática (teatro Campoamor) de los premios correspondientes a la convocatoria 2011, cuya asignación acaba de ser finalizada. En tal fecha, bajo la presidencia de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, se certificará un año más el compromiso de los premios con la globalidad cultural a través de la Fundación Príncipe de Asturias.

Los premios «Príncipe de Asturias» pudieran ser considerados como el más allá, soñado y ejecutado, para un «nanoprincipado» (pequeño principado) con sueños de servicio universal.

El «árbol de las ciencias» produce otras –especiales– flores (reconocimiento y estimulo social al conocimiento y estudios). Los asturianos –humanidad–se sienten orgullosos de recoger representativamente algunas de éstas para entregarlas cada año a quienes con amor significado y dedicación polarizaron sus esfuerzos para el bien o mejor ser-estar de la humanidad y su soporte o tierra global.

Bienvenidos serán una vez más (21 de octubre de 2011) los premiados al Principado de Asturias-Euro-España, devenida por la causa de los hechos «principado cultural internacional», en su ciudad de Oviedo, reconquistada para ejecutar reconocimientos culturales universales. Bien agradecida debe ser la Fundación Príncipe de Asturias y quienes la presiden, tutelan y mantienen con su trabajo, por la labor sobria, efectiva y de la mayor actualidad que continúa realizando; destacado debe ser muy por demás el afecto con que se acoge y sigue su actividad de estimulación, estudio e investigación cultural universalizada, expresada en las esencias de los premios. También en los de la convocatoria 2011, a punto de celebrarse y de entregarse.

«Gaudeamus», alegrémonos con los premiados, cual universales («primus circumdedisti me»), universitarios, que fuimos y necesitamos seguir siendo para resolver las multiplicadas circunvalaciones propias de los campos y los mundos del saber actual.