Zapateros, no gracias
Espero que dentro de algún tiempo, cuando el presente se haga historia, haya alguien que pueda explicar cómo España fue gobernada por un personaje tan mediocre como José Luis Rodríguez Zapatero. Por fin estamos ante su agonía, por fin llegamos al final de una época marcada en mi retina por un grupito de devotos pelotilleros haciendo con su dedo índice por encima de sus respectivas cejas un gesto que pretendía, emulando la marca del zorro, ser la seña distintiva del mismo; llegamos al final de la década milagrosa, pues el que nos gobernaba nos decía que éramos la envidia de Europa y ahora somos el furgón de cola; el fin de un tiempo en el que el Partido Socialista llevó al poder la marca ZP y ésta ahogó, laminó y supeditó al partido en su totalidad, y cuando podía, exigía a la militancia absoluta sumisión y ¡claro!… Los que no debemos nada a nadie y somos libres de pensamiento y de acción nos rebelamos y ante la rebelión el partido optó por la expulsión. He de recordar a los desmemoriados que fue la federación de los socialistas asturianos, con el beneplácito del zapaterismo, la que suspendió de militancia a catorce de los suyos por pedir públicamente la celebración de primarias para elegir a un candidato para la Alcaldía de Oviedo, y no se puede olvidar la manera en la que se acordó la expulsión de militantes como don José Clavero, con casi 90 años y 60 de militancia, o doña Belarmina Fernández, histórica luchadora por las libertades de esta región.
Estoy seguro de que ZP intentó ser un buen gobernante, pero fracasó, y sus fracasos los enmascaraba con huidas hacia adelante que se traducían en más fracasos en el orden económico y social; cada poco nos daba aliento y nos regalaba frases que ya han quedado insertadas para la posteridad en la memoria colectiva; con cara de solemnidad nos decía cosas como que «la crisis era una falacia, puro catastrofismo», que «España estaba a punto de salir de la crisis», «lo de los brotes verdes» o lo de la ministra Pajín con aquello de «la intersección planetaria entre Obama y ZP», y así, de esta incomprensible manera, el Gobierno de la nación y el Partido Socialista fueron dilapidando un país y cargándose un partido que ya por no entusiasmar ni al mismísimo Felipe González le entusiasma.
Hace catorce agostos mi padre falleció y por estas fechas no puedo menos que recordarle; les diré que fue un hombre marcado por la desesperanza que el paro provoca, le recuerdo…, a penumbras, sentado en el sofá del salón, cabizbajo, creo que se sentía acorralado… fue la crisis de los setenta. Los primeros sabores y olores, las primeras imágenes perviven con uno a lo largo de toda la vida y, así, la imagen de mi padre, desolado por la angustia del paro, pervivirá en mí hasta el fin de mis días. Hoy más que nunca estamos viviendo la tragedia del desempleo, la tragedia de millones de compatriotas que entre sentimientos de frustración e inutilidad ven pasar los días, sin saber ya qué hacer, sin tener a quién recurrir y alucinados con el ejemplo de vida de los usurpadores de las siglas PSOE. Hoy más que nunca llegó el tiempo de rebelarse ante tanta discriminación en el empleo y también en el desempleo, y es que no puede ser que coexistan públicas indemnizaciones millonarias, prejubilaciones de oro (rememoremos a Marroquín y Cía.) con paupérrimas y semiesclavizantes condiciones de trabajo y jubilaciones de subsistencia, y es que no puede ser que estas discriminaciones estén sustentadas por sindicatos y partidos que dicen ser de clase (serán de clase VIP).
Creo firmemente que el movimiento 15-M es el inicio de algo nuevo que todavía no ha tomado forma y que el espíritu que movilizó a la gente corriente, a la gente de la calle, lo comparte una inmensa mayoría de la ciudadanía. Tenemos el deseo y la obligación de participar y también de gestionar «lo público», tenemos la necesidad de una catarsis colectiva, obligar a que nuestra clase política, nuestros partidos y las instituciones se desnuden y podamos ver «lo que la verdad esconde».
Somos un pueblo en donde lo que sobran son «jasp» (jóvenes y adultos sobradamente preparados), tan sólo hemos de localizarlos y ponerlos al frente, y, por favor, Zapateros nunca más.
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