¿De la muy andamiada ciudad de Oviedo?
Con todo y estar muy cercana la Navidad, no se puede decir que la fraternidad sea la forma de relación entre el Ayuntamiento de Oviedo y el Gobierno del Principado de Asturias. Asuntos familiares al margen, que si Paloma Sainz, que si su señor marido, que si su cuñada, que si Gabino e hijos, etcétera, todo parece indicar que otros asuntos relevantes (aclarar los anteriores, también lo es), están quedando al margen.
Recientemente el Consistorio ha amenazado a la Administración del Principado, con multa y ejecución subsidiaria de la reparación el edificio del Insalud (plaza del Carbayón), en el centro de la capital, y que en lo referido a su fachada principal, atesora un grupo escultórico del artista asturiano Vaquero Palacios, de gran interés. Lleva más de dos años, por lo que todo apunta a una grave negligencia, que más pronto que tarde, y por decencia urbanística, hay que corregir.
Pero no es menos cierto que en el corazón del Oviedo histórico, en su mismísima plaza de la Catedral, otro edificio más relevante que el anterior, es objeto desde hace unos doce años, aproximadamente, ¡doce!, del mismo estado de abandono, y que igualmente enfundado en una horrorosa tela, con su correspondiente andamiaje, es la carta de presentación con que a diario los turistas, también los ovetenses, claro, observamos nuestra muy noble plaza catedralicia. En este caso estamos hablando nada más y nada menos que de la Casa de los Llanes, construida en el primer cuarto del siglo XVIII, por fray Pedro Martínez de Cardeña, arquitecto lego benedictino, igualmente autor de la fachada del convento de San Pelayo, levantado para Menendo de Llanes-Campomanes y Avilés, caballero que fue de la Orden de Santiago.
La fachada de la casa de la plaza de la Catedral presenta uno de los barrocos más espléndidos de la ciudad ovetense, ahora escondido en una tela mosquitera (tipo favela), que a más de ocultar una bellísima estampa de nuestro Oviedo antiguo, añade a su abandono de parte de la Administración regional y local, el peligro inherente a una zona de constante tránsito peatonal. Argumento válido también para el edificio antes nombrado de la plaza del Carbayón.
Así pues y de la misma forma, también el Consistorio ovetense debería obligar a restaurar la Casa de los Llanes, so pena de ejecutar su reparación subsidiaria y con la multa correspondiente. Ambos casos suponen una muestra más, la enésima, del abandono de nuestro patrimonio artístico, y del que la reciente denuncia en los medios del deplorable estado del prerrománico de San Julián, debería de ponernos colorados. Claro que a unos más que a otros.
Félix Martín Martínez, Oviedo
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