Esta Espinosa está espitosa

Qué bien se opone. Pero vamos a ver Isabel, no quedamos en que Cascos te había copiado el programa desde la primera hasta la última letra. Cómo es posible que ahora resulten dos edificios ética y estéticamente tan diferentes utilizando los mismos planos. ¿No será, Isabel, que todos tus afanes denunciatorios van dirigidos a evitar el descalabro electoral que te anuncian las encuestas?

Pero, hay más. ¿Cómo es posible que habiendo denunciado machaconamente el agujero económico de las arcas públicas regionales y realizado, en el anterior mandato, una oposición tan brillante para los intereses ciudadanos, los homes y muyeres d esta rexón, los asturianos, no te hayamos otorgado nuestra confianza y casi os mandamos, a ti y a tus correligionarios, al ostracismo político? ¿No se te ha ocurrido pensar que el PP asturiano, descabezado pero encabezado por tu mecenas, Gabino de Lorenzo, carece de toda credibilidad?

Hagamos un somero análisis de los resultados electorales últimos y penúltimos. El Alcalde de Oviedo gana las elecciones, cada vez con menos apoyos en la capital, pero pierde estrepitosamente en el resto de la Comunidad. No es un político que despierte entre los asturianos grandes filias. En Avilés, Joaquín Aréstegui tiene, entre sus paisanos y conquistada a pulso, la peor prensa que un político pueda tener. Está condenado a no ganar jamás unas elecciones. En Gijón, Fernández Pardo tiene que echarse literalmente en manos de su enemigo íntimo para poder subsistir, y así en cada una de las grandes ciudades asturianas. Y, por si esto fuera poco, cada vez se ve más claramente el contubernio político que hubo durante décadas, y sigue habiendo, entre populares y socialistas, con el agravante de que al PP, en la oposición, le correspondía la acción fiscalizadora. Con estas cartas, como oí decir a un jugador de subastado, no hay quien haga cuarenta. Interprétese por: en Asturias, el PP no puede ganar ni de lejos las próximas elecciones generales, incluso con la ventaja de un PSOE bajo mínimos y el acicate de haber conquistado en el resto de España las pasadas autonómicas y locales.

En mi opinión, que no tiene por qué estar acertada, deberían ustedes levantar las alfombras de la organización, jubilar a don Gabino de Lorenzo, mandar para Madrid definitivamente a don Ovidio Sánchez y cambiar los dirigentes del partido, al menos en Avilés y Gijón, y a partir de ahí, ganarse con el tiempo la confianza de los asturianos. Las prisas en política, doña Isabel, llevan a atajos que a menudo conducen al despeñadero.

No sé si me paso de pesimista, pero tengo la sensación de que la solución a la pandemia financiera que sufre el mundo industrializado, tiene por delante un largo recorrido y lo único que les pedimos, a ustedes y a sus compañeros de la Junta, incluido el Gobierno, es que inviertan todos sus afanes en la búsqueda de soluciones paliativas para esta hemorragia económica que nos está desangrando. No sigan por ese camino estúpido de denuncias sin sustancia que sólo consiguen abrir una brecha aún mayor entre el ciudadano de a pie y la clase política. Deben cambiar el orden de sus intereses: primero el ciudadano y después el partido.

Asturias y, por extensión, toda España, necesita urgentemente que quienes dirigen su futuro, ahora y después, eleven el nivel de discusión a cotas de entendimiento y se olviden de disputas pueriles que no conducen a nada útil.

Los españoles llevamos años sufriendo a una clase política ajena a los problemas reales del ciudadano, más volcada en tapar sus propias miserias haciendo uso de mecanismos inconfesables, con una dependencia partidista del poder judicial rayana en la obscenidad, que en desarrollar políticas fiscales, laborales y sociales que pongan freno al desmesurado afán de enriquecimiento especulativo de una clase económica sin escrúpulos que no crea puestos de trabajo. ¿Por qué la banca sigue jubilando a sus empleados a los cincuenta y pocos años? ¿Por qué la Consejería de Trabajo autoriza a ArcelorMittal para que siga aplicando EREs temporales con derecho a la prestación por desempleo, que pagamos todos los españoles, y sin ninguna obligación restitutoria cuando las cuentas de esta empresa arrojen beneficios? ¿Por qué se permitió la creación de chiringuitos como Venturo XXI, con más goteras que la habitación de Valle Inclán, y se deja marchar de rositas a González Marroquín? ¿Por qué no se obliga a las grandes empresas de construcción, de servicios, bancarias, de telefonía y energéticas en general, a repartir dividendos con periodos bianuales y exigir porcentajes de inversión al margen de cualquier beneficio fiscal? ¿Por qué no se instaura el sistema electoral de listas abiertas con la mayor capacidad decisoria para el votante? ¿Por qué ha de ser siempre el trabajador quien pague los platos rotos de un sistema económico liberal-especulativo? ¿Por qué...?

Todos los porqués interesantes que se les ocurran y alguno más, no obtendrán respuesta política pero no les quepa duda que nuestros próceres encontrarán contestación para cualquier fruslería que piensen les va a reportar bienes contables en las urnas.