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La exclusividad como editorial o la confesión de parte

26 de Septiembre del 2011 - Justo Roldán (Lugones)

Quiero creer, como lector de LNE, como usuario de la Sanidad pública y como trabajador que lo fui del HGA, que el editorial del 11-09-2011 ha contado con el asesoramiento de, al menos, algunos de los profesionales mencionados y cuestionados en el mismo.

Pero como ya sobre este tema; traído y llevado desde 1982 (véase las hemerotecas). Pero resucitado siempre por los «mismos» que se autodenominan «defensores de la Sanidad pública» y en su momento «reivindicadores igualmente del nuevo hospital» (el mismo que ahora se pregunta el –o los– editorialistas sobre cómo se va a sostener) y que siempre «airean» el mismo eslogan cuando en España o en Asturias el Gobierno no es de izquierdas. Por tanto, me asaltan fundadas razones para pensar que los de las «trifulcas» sean los citados anteriormente, y los elegidos para despacharse a gusto, en el editorial, y –cómo no– en las páginas de opinión de la misma fecha y en el mismo diario.

Las razones, para sospechar de la «parcialidad» sobre las opiniones que se vierten a tenor de la «exclusividad» o no, de los médicos, lo demuestran los siguientes párrafos:

(LNE)... «La ley ahora en cuestión no nació para mejorar el servicio, sino para evitar la parasitación del sistema público; en definitiva, los chanchullos: que los médicos tuvieran la tentación de beneficiar a sus pacientes particulares en pruebas, intervenciones u hospitalizaciones». Este primer párrafo no tiene un pase. Y quien diga o sostenga lo que en él se deja entrever ni es médico, ni es compañero, deforma la realidad y además demuestra una clara hipocresía, cuando no una sempiterna envidia. ¡Que se sepa!

Mis sospechas no quedan aquí. Y ya cuando el siguiente dice: (LNE)... «Lo determinante para el ciudadano es recibir una atención de primera, y si se le presta, poco importará el régimen en que se mueva quien le asista». Hay que decir que esa opinión es sólo y exclusiva de LNE, ya que los asturianos han demostrado el 22-M que ¡sí! les importa quién «rige» la Administración sanitaria. Y si han cambiado de opción política es que les importa más de lo que algunos se piensan. ¿O no?

Pero sigo con mis sospechas sobre los asesores. Y extraigo otra frase: (LNE)... «No es de recibo que a cada vaivén cambien en camada los jefes sanitarios intermedios –los que no hacen política, sino medicina–, los responsables de los centros de salud y hasta las supervisoras de enfermería, como si fueran cargos de confianza del partido y no meros técnicos. Está ocurriendo ahora mismo». Esto ya riza el rizo: por lo que le lleva a pensar no sólo a quien esto escribe, sino a cualquiera que haya o esté trabajando en la sanidad, dos cosas: o que es por ignorancia, o por razones espurias. ¡Vamos a ver! ¿Está ocurriendo ahora en los términos y el alcance al que se refiere el editorial? ¡Falso!... ¿Ha ocurrido desde que los socialistas gobiernan en la sanidad? ¡Verdad! ¡Hasta cambiaban a las secretarias! ¡Doy fe por afectado!

Y si tenía dudas del significado del editorial, viene ahora la «confesión de parte». En el último de los párrafos escriben: (LNE)... «Toda la trifulca montada por su partido y su Gobierno en torno a este conflicto es pura palabrería electoralista, maniobra dilatoria. Asturias necesita acabar con las rencillas derivadas de las politiquerías inútiles y que sus representantes se pongan a trabajar por el bien de la región». Terminar el editorial sobre la exclusividad, con este «memorable párrafo» se define por sí solo. Ya dije en renglones anteriores que esta «trifulca» sólo sale a la prensa de manos de los mencionados «defensores y vividores de la sanidad pública». Que se les conoce por su mucha afinidad política y su dudosa defensa de la una sanidad mejor. (Véase su callada, ante las últimas palabras del ex consejero, sobre el gasto inútil de las revisiones mamográficas). Pero sí su «activismo» cada vez que –como ya cité– el Gobierno no cae de su lado. Es decir a «estribor», que es el que les conviene.

Y sobre si es palabrería electoralista o rencillas. Eso es sólo otra opinión de LA NUEVA ESPAÑA. Que no de sus trabajadores. Algún día, lectores como yo pedirán explicaciones a la parcialidad de los «editoriales». O lo que sería peor, dejen de comprar (tal vez de leer no, por las esquelas) un periódico de tanta raigambre en Asturias. Yo espero equivocarme. Y que en aras de esa libertad de expresión estas «cuatro letras que he podido juntar» sean publicadas aun en el lugar más recóndito del periódico, porque estoy convencido que muchos lectores no están de acuerdo, en todo o en parte, de lo manifestado en el «editorial» causa de este artículo.

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