Parálisis total

26 de Septiembre del 2011 - Constantino Díaz Fernández (Oviedo)

Después de más de tres años consecutivos de crisis económica mundial, con el punto culminante de la declaración de quiebra del Lehman Brothers, el 15/09/2008, seriamente afectado por la crisis financiera provocada por los créditos subprime (habiendo superado anteriormente, desde su fundación en el año 1844, situaciones tan extremadamente complicadas como una guerra civil, la crisis bancaria de 1907 y el Crack de 1929, entre otras), provocando el pánico general en todos los foros económicos y políticos del mundo, parece que las cosas, al día de hoy, no han cambiado sustancialmente de color: la economía sigue por los suelos, el crédito de los políticos, como máximos responsables de encauzar la situación, se mantiene en una línea de deterioro paralela, y los sufridos ciudadanos, como parte directamente afectada por el problema, continúan sumergidos en la más profunda confusión, cada vez con menos esperanza de ver un final feliz a este largo, grave y complicado proceso.

En la Unión Europea, como peculiar comunidad económica y política de Derecho, esta larga crisis está poniendo al descubierto sus muchos puntos débiles y carencias, hasta el punto de hacer dudar de su competencia y poner en cuestión su propia existencia. Sus principales instituciones, constituidas por el Parlamento Europeo, el Consejo, la Comisión y el Banco Central, se están mostrando incapaces de presentar, a través de una intervención política conjunta, una solución firme y creíble capaz de rebajar las continuas tensiones financieras que, alimentadas por la especulación, están impidiendo la solución de este puzle y la salida del laberinto. La tardanza en la concreción de acuerdos para los rescates de Grecia, Irlanda y Portugal, que, como el caso de Grecia, aún está pendiente de una solución definitiva, después de que el Eurogrupo aprobara hace más de un año la concesión de una ayuda por más de 110.000 millones de euros, es todo un ejemplo palmario de la ínfima capacidad de resolución de esta organización. Las particulares mini cumbres del presidente francés Nicolás Sarkozy y la canciller alemana Ángela Merkel, ninguneando al resto de los 27 estados que componen la UE y a sus instituciones, solo han conseguido alguna reacción puntual, sin ningún fruto duradero. Las reuniones de los grupos G8 y G20, en las que, normalmente, solo se concluye con alguna vaga declaración de intenciones, se han convertido más en una forma de hacer turismo para sus nutridas delegaciones, a costa del contribuyente, por supuesto, que a resolver los problemas reales de la economía mundial.

Ante todo este desbarajuste, lo más lamentable es que las primeras ocurrencias de nuestros ilustrísimos y excelentísimos representantes no pasen precisamente por administrar mejor y con el máximo rigor los recursos, reduciendo drásticamente privilegios y prebendas a la clase política; responsable, a la postre, por activa o pasiva, de la mayoría de los problemas presentes, y, por supuesto, de la instrumentación y aplicación de las medidas correctoras pertinentes. Lo triste es que, como siempre, se haga caer el castigo sobre los que están libres de culpa, a la siempre sufrida clase media que, junto con los más débiles y desfavorecidos, tiene que cargar con más subidas de impuestos, reducción de sueldos, congelación de pensiones y más paro. Por este camino, el único destino que nos espera, lejos de generar riqueza y alcanzar los objetivos deseados, será el de la parálisis total.

A la vista de lo expuesto, no puede extrañar a nadie que, movidos por la desesperación, teniendo ya poco que perder, surjan movimientos de indignados que ocupen calles y plazas con sonoras protestas contra la inacción de los políticos en la toma de soluciones prácticas y eficaces, y en defensa de la justicia social. Lo raro es que estas protestas solo sean secundadas por algunos miles de ciudadanos, movidos por no se sabe muy bien quién y con intenciones no claramente definidas, y no por los millones de afectados por tanta arbitrariedad e injusticia, impulsados a manifestarse públicamente frente a tanto desatino.

Cartas

Número de cartas: 46053

Número de cartas en Septiembre: 157

Tribunas

Número de tribunas: 2086

Número de tribunas en Septiembre: 8

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador