Universidad de Oviedo o chiringuito mateíno
Dentro de la vorágine chiringuitera de las fiestas de San Mateo, una afrenta a los vecinos de la zona y a los empresarios hosteleros de la ciudad, que durante todo el año, 365 días, se ven esquilmados por las rentas, los seguros sociales, los pagos por terrazas, la contribución, el Impuesto de Actividades Económicas, los módulos y un largo etcétera, los barracones mateínos, que compiten entre sí en zafiedad y decibelios de última generación, son además un insulto al patrimonio artístico de nuestra ciudad.
Para más deshonra de nuestra ciudad, dos de estos barracones se situan delante mismo de la fachada principal de nuestra Universidad. Uno de ellos, «La Guinda», se apropia y tapa por completo la escultura «Mujer sentada», de Manolo Hugué, precisamente una de las pocas obras de arte que se salvan de la bazofia de cachivaches con que Gabino de Lorenzo ha sembrado nuestra ciudad, creyéndose (la ignorancia es muy atrevida) que son esculturas. En medio de los dos citados barracones, una terraza con sillas de plástico impide el acceso a la puerta principal de la Universidad. Por si fuera poco, el otro flanco del edificio, el que da a la calle Ramón y Cajal, está adornado con media docena de cabinas de plástico que hacen las veces de servicios higiénicos. ¿Cabe mayor descrédito y desconsideración para nuestra Universidad? ¿Es éste el edificio del que vamos a presumir ante nuestros visitantes y turistas que durante las fiestas mateínas acuden a Oviedo por centenares?
Recuérdese que el invento chiringuitero fue impuesto por el entonces alcalde ovetense, Antonio Masip Hidalgo, como ya hemos escrito, el peor alcalde desde la época de Alfonso II, y quien, además, en una demostración propia de cualquier dictadorzuelo, adjudicó digitalmente los mejores puestos chiringuiteros a sus amiguetes más próximos. «El Rincón Cubano», al Partido Comunista; «El Topu Fartón», a la Liga Comunista Revolucionaria; «Pinón Folixa», al Movimiento Comunista de Asturias, y «La Guinda», al Partido Socialista.
Y nos llama la atención que nuestra ciudad, doce veces centenaria, tan llena de intelectuales y culturetas, con una legión de profesores universitarios eméritos (más los que aspiran a serlo); una ciudad que quiere convertir sus edificios prerrománicos en patrimonio mundial, que pone al descubierto yacimientos romanos, y que hace apenas un año hizo el ridículo aspirando a capital cultural europea, se muestre ahora, en plenas fiestas, tan zafia y desafecta con su más alto patrimonio artístico y cultural. Las fiestas y la diversión, de las que personalmente participamos cada año, no pueden estar reñidas con el respeto a la cultura y la decencia.
Desde aquí rogamos encarecidamente al alcalde de Oviedo, a toda la oposición municipal, por supuesto al Rector de nuestra Universidad y a todo el profesorado, a nuestra cronista oficial que, ni un año más, nuestra Universidad vuelva a ser asediada por los barracones y deje de sufrir semejante afrenta. Cuatrocientos años de vida universitaria no se merecen una envoltura tan zafia.
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