Modélica labor sanitaria
Durante el pasado mes de febrero experimenté uno de los momentos más difíciles de mi vida en el Centro Médico de Oviedo: mi corazón se sintió cansado y, como aún estaba de buen humor, solicitó ayuda. Anoto, de paso, que, en algunos casos, ni siquiera avisa. En mi situación, los doctores Cortina y Valle no lo dudaron: había que prestarle lo que solicitaba.
Entré al quirófano a las 4 de la tarde de un lunes y me despertaron un martes a las 11.30 de la mañana. Sumé cuatro días más en la uci. Allí, en fracciones pequeñas de tiempo, las enfermeras controlaban todo; así transcurrieron las horas sin percatarme si era de noche o de día. Pero, eso sí, recibiendo constantemente el más esmerado de los cuidados por parte de médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, limpiadoras, etcétera. ¡Cuánto derroche generoso de cariño, atenciones, amabilidad, ánimo y profesionalidad! Lo que más me llamó la atención fue observar el amor con que hacían esa labor y la vocación de todas esas personas. Cada paciente somos, como vulgarmente afirmamos, hijos de una madre diferente y, sin embargo, todos recibíamos el cuidado adecuado.
Desde hace años atiendo la imagen capilar de muchos deportistas, especialmente los de nuestra selección española. Por lo que aparece publicado en diversos medios, sé lo que muchos de ellos ganan, sin duda, merecidamente. Ahora, al ver a todo el personal sanitario trabajando día y noche en la uci me pregunto: «¿Cuánto merecerían ganar por su inigualable labor?». Hace unos días incluso leí en un diario deportivo que, por ejemplo, Cristiano Ronaldo estaba valorado en 100 millones de euros. Si eso es así, me interrogaba para mis adentros: «¿Cuánto deben valer las manos del anestesista doctor Vallina o del cirujano doctor Valle Castro y sus equipos?»…
Con esto no quiero enfrentar unas profesiones con otras. Tan sólo deseo ensalzar y poner de relieve la importantísima labor humana y profesional que este ejemplar colectivo sanitario viene realizando. Muchas veces, en sus manos y en las de Dios están nuestras vidas.
Algunos lectores pueden pensar que es su trabajo y hasta su obligación. Posiblemente no han pasado por el quirófano. Los que han sufrido experiencias como la mía estoy seguro de que compartirán cuanto expreso en este breve escrito. Se lo dedico a todos: a los pacientes y, especialmente, al personal sanitario. No importa el centro de atención médica. Para ellos, mi emocionada y siempre agradecida felicitación. ¡Seguid así!: nuestra sociedad tiene que reconocer y valorar vuestra generosa, abnegada y modélica dedicación y vuestro buen saber hacer.
También deseo aprovechar esta ocasión para agradecer, con mi delicado pero ya reparado corazón, a mi excelente equipo de colaboradores, que me arropa incondicionalmente, y a tantos y tan buenos amigos y clientes que durante estos días me han estado apoyando, ayudando y animando. Finalmente, y de manera muy particular, mi más sincero agradecimiento a mi familia, a la que siento siempre cercana y a mi lado. Muchísimas gracias a todos.
Ramiro Fernández Alonso, psicoesteta, Oviedo
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