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Cuando los pocos nos dañan a todos

1 de Abril del 2009 - Dacio Alonso (Oviedo)

En Asturias vivimos una preocupante situación en el sistema sanitario público a causa del radical comportamiento del sindicalismo corporativo médico, que no tiene ninguna justificación. Mal que les pese a algunos –que prefieren que se oculte la verdad–, hay todo un conjunto de hechos y datos que verifican lo exagerado del proceder de ese sindicalismo de privilegiados.

I. Los médicos atienden y cuidan de nuestra salud y por ello son merecedores del reconocimiento social y también de nuestros responsables políticos. Si traducimos tal reconocimiento a términos económicos, parece claro que así ha sido a lo largo de los últimos ocho años. La evolución de las retribuciones anuales de los médicos especialistas en ese período se incrementó nada más y nada menos que un 75%, pasando de un salario medio de 46.000 euros en el año 2002 a más de 80.000 euros en 2009; algo parecido al incremento salarial que han tenido los médicos de atención primaria, cuyas retribuciones se han incrementado más del 70%, pasando de unos ingresos medios anuales de 45.000 euros en el año 2002 a 78.000 euros en 2009.

Y no piense la ciudadanía que tales importantes incrementos en las retribuciones se han realizado a costa de una reducción de la plantilla de médicos o de un aumento de la jornada laboral ordinaria. En absoluto, en los últimos años, en términos generales, la jornada ordinaria de los médicos se ha reducido en 126 horas o, lo que es lo mismo, en 18 días laborables menos por médico al año.

Así pues, como se resume en tales hechos y datos, parece que a los médicos no les ha faltado el reconocimiento social y por parte de los responsables políticos del cual son merecedores, al menos en términos económicos. Por tanto, ¿es responsable y está justificado que por parte del sindicato médico cada dos por tres se esté amenazando con conflictos y convocando huelgas?, ¿por qué su furibunda oposición a cualquier mejora que el Gobierno quiera introducir en la atención sanitaria, como es el caso de la apertura de los centros de salud por las tardes?

II. No obstante, puede que la radicalidad de dichas posiciones corporativas responda a algo más que a asuntos crematísticos. Así, que se reivindique para el sindicato médico la única y absoluta capacidad como agente con quien tratar las reformas en la atención sanitaria –tal y como se dice en el escrito publicado por LA NUEVA ESPAÑA el pasado lunes, 16 de marzo, en el cual se nos replica por nuestro cuestionamiento de la legalidad y legitimidad de la convocatoria de una próxima huelga en las urgencias hospitalarias– nos indica por dónde van los tiros y lo que hemos denunciado muchas veces: la aspiración de este sindicalismo corporativista empeñado en subordinar el sistema sanitario a los intereses de los médicos; lo que también puede calificarse de claro intento de “apropiación” de la sanidad pública.

Pretensión que también se denota cuando algunos médicos dicen estar solamente ellos en condiciones de opinar y negociar en asuntos de mejora de la atención sanitaria (suponemos que por estar investidos de un “saber omnímodo” en la materia); al tiempo que también pensarán que los ciudadanos estamos incapacitados para dar nuestros puntos de vista por ignorantes, legos e iletrados. Lo que llama la atención en gente tan “preparada” y que se refieren al sistema sanitario como una “empresa”, que aún no entiendan que la innovación, como sabe desde hace tiempo el mundo del mercado, depende más de la capacidad para escuchar y fomentar el diálogo con los usuarios que de cualquier gabinete de técnicos.

Subtítulo: La convocatoria de huelga de cinco días en las urgencias hospitalarias es una provocación y una indecencia

Destacado: Para "penosidad" la que hay en la mina, y además, no es de recibo en una época de crisis exigir un blindaje de las retribuciones

Y es que los usuarios del sistema sanitario tenemos un grave problema no con los médicos, sino con el sindicalismo corporativo y “pesetero”. Ese sindicalismo que desprecia las repercusiones de las huelgas en sectores que afectan directamente a funciones cruciales para la comunidad, esto es, a los usuarios de los servicios públicos. Que es incapaz de comprender que en esos servicios públicos hay en presencia tres sujetos: la administración, los trabajadores y los usuarios en tanto que afectados; no teniendo la ciudadanía ni arte ni parte en los motivos que originan los conflictos, pero siendo presa y rehén de esos pocos que tienen la capacidad de hacer daño a todos (según acertada frase de Fernando Vallespín).

III. Por último, volviendo al escrito publicado por LA NUEVA ESPAÑA el pasado 16 de marzo, es necesario y oportuno aclarar ciertos extremos. Así, pensamos que la inmensa mayoría de los médicos son gente razonable y responsable, no opinamos lo mismo de los dirigentes del sindicato médico. Abanderados del “queremos más por menos” y eternos oponentes a cualquier mejora e innovación que se trate de llevar a cabo en la sanidad pública.

Nunca hemos dicho que los médicos son unos indecentes, sino algo bien distinto. Que la convocatoria de cinco días de huelga en las urgencias hospitalarias es una provocación e indecencia, lo que mantenemos y reiteramos con más convicción cada día que pasa. En primer lugar, porque es injustificable convocar dicha huelga en un servicio tan trascendental para la atención sanitaria de la ciudadanía. En segundo lugar, porque en el contexto de la actual grave crisis económica, con la consiguiente destrucción de empleo y congelación de salarios en muchos sectores, que una parte de la élite médica exija un blindaje total y absoluto en sus retribuciones económicas y condiciones laborales parece a todas luces inmoral y ofende al pudor, ¡qué diferencia con el ejemplo dado por los obreros de Seat!

Y por lo que se refiere a la “penosidad” de las condiciones en las que se ejerce la intervención médica (fríos quirófanos, autovías y carreteras)… ¿qué quieren que les diga?, ¿es también motivo para ir a la huelga? Miren ustedes, para “penosidad” la que hay en la mina, por ejemplo. Y de paso tomen nota de cómo se ejerce el sindicalismo responsable y solidario.

¡Ya está bien de querer imponer intereses aristocráticos por encima de los de todos!

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