Por el bulevar de los sueños rotos
Ya tenemos en pleno rodaje una segunda o tercera entrega, ya no recuerdo, del culebrón titulado «Este equipamiento cultural es mío», protagonizado íntegramente por actores asturianos, con la colaboración de algún foráneo que no merece la pena nombrar en el reparto. La trama se desarrolla a caballo entre dos ciudades, Avilés y Oviedo, que ya presentaron batalla en el primer capítulo de la serie, comiéndose David a Goliat, gracias a la firme intervención del por entonces señor y repartidor de dádivas, Tini Areces.
Ahora, el nudo gordiano lo enlazan la aparición en escena de Álvarez-Cascos, que pasaba por ahí y los asturianos lo nombraron su nuevo rey Gordias, junto a Vallaure, guerrero curtido en mil batallas, y los altos patronos del templo, cada vez más nerviosos a juzgar por el tono dramático y maximalista de las expresiones. Menos mal que el arbitraje, desde la lejanía, de Javier Fernández, pidiendo cordura y templanza, perfuma suavemente el aire fétido que se respira en torno al Centro.
Sabina diría que el templo cultural se encuentra situado en el bulevar de los sueños rotos, esquina del lamento, donde una lágrima moja antiguas fotos y una canción se burla del miedo. Para mí, más prosaico que el artista, el Centro Cultural Óscar Niemeyer, está ubicado, desde siempre, entre dos fuegos discursivos, cruzados, donde sólo pierde el ciudadano, mientras unos y otros –políticos todos– tratan de llevarse la mayor tajada en el reparto de responsabilidades y colocar a los suyos.
Los sueños rotos de hombres y mujeres que asisten atónitos a un episodio sembrado por una retahíla de cifras, origen de discordancia entre las partes y que, hoy en día, no sabemos quién tiene razón, aunque una cosa es cierta: no puede ser que el dinero público sirva para hacer instalaciones que luego se donan a fundaciones privadas. Sea como sea, pero que sea pronto, las luchas han de tener fin y el equipamiento cultural ha de estar gobernado por la institución que mayor capital aporta, eliminando del patronato la figura decorativa que ostenta Tini Areces, por mucho que los avilesinos debamos estarle agradecidos, y los actuales presidente y secretario.
Desde la modestia que caracteriza a este contribuyente, quisiera pedir a las partes litigantes moderación en el discurso hasta escuchar el veredicto de la Intervención General del Principado. Más tarde, quien sea culpable que pague por ello. Imagínense que, después de montar el sarao que organizó el patronato PSOE, PP en la explanada del Niemeyer, la pasada semana, los actuales rectores del equipamiento resulten culpables de prácticas contables poco ortodoxas. Los hosteleros de Avilés y gentes de buena fe, asistentes a la manifestación, se quedarán con el culo al aire y tornarán las lanzas en sentido transversal al Ayuntamiento avilesino. Sólo espero que las palabras de Rebollo, Natalio Grueso y la señora alcaldesa, Pilar Varela, no sean una huida hacia delante; recuerden todos ellos que primero se atrapa a un mentiroso que a un cojo y el dictamen fiscalizador aún está por llegar.
¿Qué dirá de todo esto don Óscar?
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