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Lo que soy y lo que no soy

6 de Octubre del 2011 - Marino Iglesias Pidal (Gijón)

Pues leía yo en una novela de Millás: Ayer por la noche, haciendo punto, comprobé que si mezclas abstracto con concreto sale abscreto y contracto, pero si mezclas vida y muerte sale vierte y muda; en cambio, si mezclas arriba y abajo sale abajo y arriba. Tengo problemas con cielo e infierno, que resultan cifierno e inelo, que no significan nada. Sin embargo, razón y corazón da razón y corazón. En fin.

No sé la pretensión del autor al escribir esto ni me importa saberla. En el momento de leerlo mi pensamiento no fue en pos de buscar un significado más allá del meramente literal, sino que hizo un asentimiento automático sobre la marcha: Sí, todo cambia, todo puede cambiar salvo, quizá, la razón y el corazón.

No voy a ponerme ahora a releer (si alguna vez le leí no lo recuerdo) a Ortega y Gasset porque, sobre todo, me interesan mis propias reflexiones; las de los demás, si consiguen atraer mi atención, sólo me interesan en la medida en que sean aceptadas por mi propia reflexión, porque en ese momento pasarán a ser mías. Y mi reflexión establece que yo soy mi razón y mi corazón, la circunstancia es algo en lo que me hayo inmerso y que constantemente me impone propuestas que no puedo eludir y a las que, por tanto, he de, ineludiblemente, responder; han de responder mi razón y mi corazón que son yo.

Mi razón y mi corazón son el acero, la circunstancia es el martillo del herrero que golpea a ciegas, me parece, para cambiar la forma; y la forma, por fuerza, cambia, pero el acero sigue siendo el mismo, aun cuando se agría, se endurece, al ser martilleado, y se vuelve frágil hasta que se quiebra, se rompe si se le golpea más de lo que puede asimilar; el fuego de la fragua lo recuece, lo ablanda, y hasta puede licuarlo, fundirlo, si eleva su temperatura más allá de la que puede soportar. Pero mientras eso no ocurra, mientras a mi circunstancia no se le vaya la mano y me quiebre o me funda, yo seguiré siendo el acero a ella sometido.

Lo que, tal parece ser, nunca lograré saber es quién o qué es el herrero, con lo cual la posibilidad de venganza es nula; o sea que ni a ese magro consuelo puedo aspirar. A joderse y aguantarse. O en términos culinarios si suena mejor: Ajo y agua.

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