Reenganches políticos
De nuevo lo volveremos a ver en los comicios del 20-N, que son de comer para muchos políticos. Son siempre los mismos, que no se resignan a volver a su vida anterior, y han hecho del cargo político su pistonudo «modus vivendi», su buena vidorra a perpetuidad. Claro, como tienen además una suculenta pensión (si los políticos de la II República, que ninguno cobró ni una perra, levantara la cabeza, la volverían a palmar de asombro y perplejidad), se aferran a los cargos como lapas. Así está nuestra clase política, cuestionada y en tan lamentable situación. Y así va España.
Siempre son los mismos, sí. Ahí los tenemos de nuevo en las listas de candidatos, vetando el paso a jóvenes valores –tanto de izquierdas como derechas– que pueden llevar a la política carpetovetónica un aire nuevo y renovador. En el PSOE, al parecer, ya lo demanda un colectivo de esos jóvenes valores, que piden ser incluidos a las listas electorales, hasta ahora copadas por cuantos, hoy debieran tomar su jubilación política –bien remunerada, además– e irse a casita, a tumbarse sobre una hamaca a contemplar el cielo, como Zapatero, que buen infierno nos deja. Esto, naturalmente, vale también para el PP, que los hay que llevan toda la vida agarrados a su cargo político como garrapatas.
No vamos a hacer aquí cita personal alguna de esos políticos crustáceos, porque de todos son conocidos, tanto asturianos como los de otros lugares de España. Sí lo haremos del que puede ser un ejemplo de saber estar en política e irse de ella cuando se le acabó el mandato. Hoy, es un espectador más –seguro que triste y dolorido– de todo este desmadre político, social y económico que sufrimos, del que mucha responsabilidad tienen esos crustáceos o garrapatas de diferentes ideologías. Él llevó con honradez y competencia el Gobierno de su comunidad, y es un intelectual muy conocido, que de raza le viene al galgo. Hoy, no hace política, pero sí buena literatura. Aquí, en LA NUEVA ESPAÑA. Naturalmente, nos referimos a Pedro de Silva, ejemplo de buen socialismo y asturianía.
Nada de reenganches, señores políticos, repetidores, hala, para casita, a tumbarse en la hamaca ésa, dando paso así a quienes pueden hacer una política mejor, más joven y renovadora.
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