Colegios mixtos y matrimonios sexistas
El matrimonio mixto por naturaleza, uno con una y bien pegados –desde Adán y Eva– y, por tanto, no discriminatorio con ningún género, ha devenido en matrimonio diferenciado, sólo unas por un lado y sólo unos por el otro –gracias al decretazo que estableció un matrimonio artificial, falso y antinatural, inviable biológicamente–, sin que a la Constitución se le moviese un pelo; sin embargo, estos seudomatrimonios son claramente sexistas y discriminatorios con el género opuesto, ya que lo excluyen y desprecian al no considerarlo válido como consorte. ¿Dejará de ser mixto el matrimonio por la separación temporal o parcial de los cónyuges?, ¿por usar las toilettes diferenciadas en las áreas de servicio?, ¿o los vestuarios diferenciados del gimnasio?, ¿alguno de esos lugares que cualquier matrimonio mixto utiliza por separado es acaso discriminatorio para cualquiera de los cónyuges? Juntos, pero no revueltos. Que alguien me explique por qué un colegio para chicos separado total o parcialmente de un colegio para chicas es discriminatorio. Discriminatorio, ¿para quién?, ¿sexista porque la chica sólo puede matricularse con chicas cuando puede casarse con otra chica?, ¿discriminatorio para el chico que no puede matricularse con las chicas, sí casarse con ellas, y se ve obligado a hacerlo en otro cole idéntico en nivel, calidad, instalaciones, etcétera, sólo con chicos de su mismo sexo? Para colmo de las paradojas, los talibanes de la igualdad sacuden escrupulosamente la cabellera de la Constitución a la búsqueda de algún pequeño rastro de inconstitucionalidad. ¿Habrán leído la Constitución? Tal vez les convendría leer primero el Diccionario de la Real Academia y, sobre todo, no escandalizarse hipócritamente. A mí me gusta todo lo mixto, no así lo unisex –colegios incluidos–, y lo público, estudié en un INB, soy profesora de Secundaria y no tengo hijos en colegios concertados –porque pago mis impuestos y espero, como contrapartida, unos servicios y unas garantías sociales correspondientes–; pero me gusta, sobre todo, la libertad personal de opciones y estilos, de todos y cada uno de los ciudadanos de este país. El único uniforme que me repatea es el de las mayorías «chikilicuatres». Porque el pluralismo sí es constitucional, y los derechos fundamentales de las personas, también el de los padres de familia a educar como y donde quieran a sus hijos, inviolables. Admiro a esos padres y profesores que reclaman un concierto justo para los colegios por los que luchan a contracorriente, precisamente por eso, por el coraje de no plegarse, y también –ya basta de falacias y chantajes– porque ¡pagan sus impuestos igual que yo! ¿Qué no es mi guerra ni la tuya? Sólo te digo: cuando veas las barbas de tu vecino afeitar, pon las tuyas a remojar. ¿Cuál será el próximo atropello de nuestros derechos? ¿Cuál será el siguiente recorte de nuestras libertades?
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