Carta a Pepe Morán (La Camocha)
Acabas de irte Pepín, y pensaba que no tendría tu hombro para apoyarme, tus ojos para mirarme, tus brazos para abrazarme.
¡Qué ignorancia la mía! antes tenía tu presencia física, pero ahora siento tu espíritu muy cerca de mí, que me ayuda, me guía. La fuerza que me diste un día, sigue presente en mí.
Tengo tus recuerdos que llenan mi corazón, la presencia constante de tu sabiduría que maduraba a través de tu sufrimiento, de lo que ésto te aporta para tener una existencia feliz, de tu amistad, rico en amistades, tenias la capacidad de hacer feliz a quien estuviera cerca de ti. Amable y servicial, como nadie.
Pero sin duda un hombre justo, por eso eras tranquilo, aunque no todos comprendieran; algunas personas se mostraban inquietas con tu presencia, eran injustos contigo, crueles diría yo, no supieron valorar tu nobleza.
El bien es la serenidad que produce la felicidad sin condiciones.
Toda la grandeza de este mundo no vale más que tenerte como amigo.
Sólo deseo una cosa, vivir lo suficiente para poder agradecerte de algún modo tu generosidad inmerecida y abrumadora,que has tenido conmigo y mi familia.
Te tendré siempre como génio y figura, un ejemplo a seguir, ya que para mí as sido todo un campeón. Gracias por elegirme entre tus amigos.
PD: Santína de Covadonga, yo no voy a llorar. Llevo a tu tierrina a Pepín a descansar, desde el cielo sé que ambos nos vais a cuidar.
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