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El suicidio inexplicado de la economía

19 de Octubre del 2011 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

La economía ha perpetrado un intento de suicidio con toma masiva de píldoras de hipotecas basura. Pero..., ¿por qué ha hecho tamaña cosa? Nadie ha explicado el origen y sí como lo ha hecho. Si este sistema económico saliese de ésta situación suicida, el sistema, sicótico, lo volvería a intentar. Pero esta vez escogería un medio más contundente y violento para conseguirlo, o enfermaría de depresión crónica hasta su fallecimiento definitivo pasando por estados de trastorno ciclotímico.

Norbert Winer nos dijo que a partir de ahora los ingenieros deberían estudiar sociología. Galbraith, en «El nuevo estado industrial», nos advertía de que lo que le hay que pedir al Estado es la adaptación del capital humano a la innovación tecnológica mediante una formación permanente (obviamente ocupacional), para la que sería necesario una buena formación inicial de base y, así, poder ir hacia una situación de trabajo creativo en un aprendizaje permanente. Luego, Adam Schaff, nos advierte de que el obrero ha muerto y que, en los países desarrollados tecnológicamente, habrá crisis y desempleo, pero que estarán peor los que no posean tecnología ni dispongan de robots que engendren robots. En esa parte abandonada del mundo, las revueltas sangrientas serán constantes por no poder competir con los robots, y si lo hacen, lo harán en condiciones económicas y sociales lamentables. Adam Schaff era el único miembro marxista del Club de Roma, un club de científicos y políticos que nos informaba ya en 1972 de que existían «Los limites al crecimiento». Luego, el para algunos cínico George Soros, nos advertía, ya en la década de los ochenta, de que el mercado y el capitalismo eran poco éticos y cínicamente seguimos ignorándolo-, pero que si el mundo quería seguir jugando, este discípulo del filósofo de la ciencia Karl Popper, jugaría y apostaría todo su dinero en contra de las falacias. Después de la caída del ignominioso muro de Berlín, se dedicó a ayudar más a esa parte este con su dinero, y aún tuvo tiempo para advertirnos en 1999, con su libro «La crisis del capitalismo global», de lo que se nos venía encima. Ahora, que sólo juega con el dinero familiar, de ¿cómo será que verá las cosas?, nos avisa a los europeos de que hagamos algo más que nuestro dubitativo y estéril comportamiento. Nada de esto parecen tener en cuenta ni en España ni en Europa, o bien no nos lo cuentan. Y es que: «el trabajo asalariado como forma del reparto general de la riqueza ha llegado a su fin. Ahora es el conocimiento y la creatividad quienes toman el relevo».

¿Por qué este sistema económico hizo esa suicida estupidez de tomar masivamente hipotecas basura y mentiras? Pues porque ante la crisis social y económica de bajo consumo interno que se les venía encima debido al desempleo tecnológico, en USA (y en otros sitios), inventaron el trabajo manufacturero de la construcción y le dieron alas con hipotecas basura. Y si saliéramos de esta crisis, me temo que seguiríamos sin haber resuelto el problema del origen: «el trabajo no es la fuente de reparto de la riqueza, sino el conocimiento y la disposición tecnológica para convertirlo en riqueza», una riqueza que se concentrará en unos pocos sin repartirse en salarios y que, con sus productos de bajo costo, buscará consumidores y se instalará en los países que serán ilusamente emergentes dejando en el desempleo a ciudadanos de los países del origen del conocimiento y de la tecnología; creándose así un proletariado interno y otro externo, que son los elementos con los que el filosofo de la Historia Arnold J. Toynbee explicaba la caída de las civilizaciones «Kultur» y de los imperios. Nos animamos a buscar solución, o esperamos una nueva Edad Media.

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