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Sin pecado original

19 de Octubre del 2011 - Ramón Alonso Nieda (Arriondas)

Soy creyente, hago examen de conciencia todos los días y no encuentro de qué arrepentirme. El que así se nos confiesa es José Blanco. Sorprendente confesión, tan políticamente incorrecta en boca del ministro de un gobierno ácidamente laicista. Con esa confesión tan general sale Blanco al paso de la vox populi que le acusa de contactos pecaminosos en una gasolinera de citas, con Dorribo, un empresario que arrastra una dudosa reputación de corredor de comisiones.

No hace tanto que les reprochaba el de Fomento a los enredados en Gürtel el creer que todo se arregla con la confesión, cuando precisamente lo de Gürtel es tan gordo (les decía) que no tiene absolución. Lo suyo, en cambio, ni la necesita. O sea, que Blanco es tan bueno como Bono. Aunque todavía no sea tan rico; pero ya le irá premiando Dios tantas bondades.

No faltará quien vea en esa confesión general del ministro como la forma más cristiana de presentar una querella. Algo así como presentar la otra mejilla. Aunque tampoco faltará quien piense que si el patriotismo es el último refugio de los canallas, la religión puede que sea el primero. Piensa mal y acertarás (que es como piensa el pópuli).

El derecho de asilo permitía a los perseguidos por la justicia secular cobijarse en las instituciones de la Iglesia. De esa práctica queda la traza en el lenguaje en la expresión acogerse a sagrado. Pero Pepiño no se anda por las ramas y la aplica al pie de la letra. En el fondo es muy coherente; cuando ataca a la derecha con lo de Gürtel, saca el carné del PSOE y les niega el recurso del arrepentimiento; cuando se defiende de la derecha, saca la fe de bautismo y les pone a Dios por testigo. Hombre, así cualquiera.

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